Capítulo 44

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Maddison


Le conté a Taylor lo que sucedió con Ethan la noche anterior. Y decidimos poner en marcha un plan para que él pueda ir a Denver, y visitar a su madre.
No se si todo salga según lo planeado, pues el entrenador es muy terco y puede que nos mande a la mierda sin escuchar nuestra propuesta. Así es él.

—¿Tienes listas las donas? —le pregunto a Taylor, mientras cierro la puerta del auto y acomodo mi bolso.

Me acerco a ella y la saludo con un beso en la mejilla.

—Sí, aquí están. —señala la caja que trae en sus manos.

Asiento con la cabeza y nos alejamos del estacionamiento.

—¿Estás segura de que funcione? —murmura indecisa.

—Sí, tú confía. —afirmo. —Hablaremos con él y entenderá la situación.

—Ay, amiga... parece que no conocieras al entrenador de los chicos, ¡por Dios! Es el hombre más histérico que existe. —opina desanimada.

—Lo sé. Pero tenemos que intentarlo. Al menos sabemos que las donas le gustan mucho. —elevo mis hombros sin saber qué más agregar.

Ella suspira.

—Bien, le diremos que... se ganó una entrada para ir a ver a su equipo favorito de Fútbol Americano. —comenta. —Mi primo Peter me puede conseguir una entrada. ¡Ahí está! Es una idea genial, ¿no? —chilla de repente. —Después veré cómo le devuelvo el favor.

—¿Sí? ¿Peter te puede conseguir una entrada? ¡Eso sería estupendo! —exclamo con fascinación.

—Le voy a preguntar, aunque lo más probable es que acepte. —me asegura.

Ingresamos a la Universidad y nos dirigimos directamente al despacho del entrenador. Aún no entiendo cómo puede tener su propio espacio, sabiendo que los demás profesores se reúnen en un mismo lugar cuando no se dictan clases. Pero bueno... el entrenador es un tanto... ¿especial? Siempre arma un drama cuando quiere conseguir algo, y no se detiene hasta conseguirlo.

—Tú habla con Peter y asegúrate de conseguir esa entrada, ¿bien? —le pido a mi amiga mientras tomo el pestillo de la puerta. —Le diremos al entrenador que ya la tenemos con nosotras.

—Bien. Tenemos que convencerlo. —murmura.

—¿"Tenemos"? —inquiero confundida.

—Sí, ambas. —nos señala. —Quizás tu sola lo puedas convencer. —se mira las uñas de su mano derecha, mientras que con la otra sostiene la caja. —Él tiene cierto... interés en ti, así que puedes ir por ese sector. —agrega.

—¿Qué? ¿Estás loca? No haré eso. Ni siquiera sabía que él tenía interés en mí. —suelto anonadada.

—Ahora ya lo sabes.

—Taylor, es tu primo. —sentencio. —Habla tú con él.

—Haces esto por Ethan, ¿no? —me pregunta.

—Pues sí. —respondo.

—Lo haces porque lo amas, ¿no? —sigue.

—Sí, Taylor. ¿A dónde quieres llegar? —suelto el pestillo y acomodo mi mochila.

—Si tanto quieres ayudar a tu queridísimo Ethan, te tienes que arriesgar. —acota. —Mi primo no va a dudar ni dos segundos en ayudarte. En cambio, si se lo pido yo... se va a negar, o me pedirá algo muy complicado a cambio del favor. —comenta.

Estoy a punto de responder pero la puerta del entrenador se abre de golpe, haciéndonos sobresaltar.

—¡Ay, madre Santa! —suelta Taylor del susto.

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