Capítulo 21

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Maddison

No pude dormir en toda la noche.

El insomnio se apoderó de mí, y lo único que hice fue dar vueltas y vueltas sobre la cama de mi amiga, sin poder dormir.

Además, el dolor de cabeza tampoco me dejó pegar un ojo. Maldigo al alcohol.

—Esto te hará bien.—Taylor se acerca a mí, y me entrega un vaso con agua y una pastilla.

—Gracias.—ella me sonríe y toma asiento a mi lado.

Eran apenas las 7 AM, y teníamos clase a las 8, por lo que teníamos tiempo. Aunque, con mi estado de ánimo, no tenía ganas de hacer nada.

—¿Irás a la Universidad? —pregunta, sirviendo café en dos tazas. Había mucho para desayunar, y solo éramos dos.

—Tengo que hacerlo.—respondo, al cabo de unos segundos. —Solo traje ropa, no mis libros.—recuerdo.

—Podemos pasar por tu casa antes. —propone.

—No quiero ir y encontrar a Camelia allí. Mi humor ya está lo suficientemente cagado.—digo.

—Todo esto se me hace muy raro...—dice, de repente. —Tu madre siempre fue una persona comprensiva, dulce y cariñosa con ustedes. No entiendo su repentino cambio de actitud. ¡Mira que no creer en la palabra de su hija! Eso es raro.—comenta, sorprendida.

—Estoy igual de sorprendida que tú. —concuerdo.

—¿La vecina Hastings no le habrá echado alguna maldición? Quizás Aaron tiene razón respecto a lo que piensa sobre esa señora rara.—dice, pensativa.

—Taylor, mi hermano siempre exagera todo.—digo, obvia.

—Es que... no le encuentro otra explicación a lo que sucede. —recalca.

Su móvil comienza a sonar, y en cuanto observa la pantalla, tuerce su boca.

—Es Matt. —me informa, mientras lleva el aparato a su oreja.—Hello. —responde.—Estoy bien, y tu hermana también lo está. —informa, rodando los ojos. —No lo sé... En un rato... —yo comienzo a beber el café, mientras que la observo. —Está bien, ya te lo dije. Pasaremos por su casa, si... —suspira.—Matt, luego habamos.

Guarda silencio por unos segundos, a medida que oye lo que mi hermano le dice. Al parecer no es nada agradable, ya que rueda los ojos, hace muecas de frustración o simplemente suspira.

—Ya, ya oí. —lo corta. —Y no me grites. —sentencia. —Sí... Yo también. —eso último lo dice entre dientes y corta la llamada.

—¿Alguna noticia?

—Están preocupados por ti.—comenta.—Tu madre se la pasó llorando toda la noche, los chicos discutieron: Aaron y Matt lo hicieron. —enumera. —Ethan no salió de su habitación. Tu padre les dio un sermón a todos, y Chase intentó calmar las aguas preparando comida.

—¿Y Camelia está allá?

—Matt no me dijo nada.

—Será mejor que nos vayamos ahora. Ya sabes... tengo que pasar por mi casa antes.—le informo, mientras me pongo de pie.

—Sí, tienes razón. ¿Te quedarás hoy a dormir aquí? Mis padres no estarán, y sabes que me da miedo quedarme sola.—inquiere, riendo levemente.

—Me quedaré. —ella sonríe. —Además, no tengo intención de regresar a casa.

—Todo se arreglará, ya lo verás.—me anima.—Y menor vámonos, si no llegaremos tarde.

Ella toma su bolso, junto a las llaves de su auto y salimos de la casa.

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