Capítulo 19

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Maddison

—¿Por qué esa cara, Maddie? ¿Cuándo dejarás esa botella? —cuestiona mi madre, mientras que yo permanezco sentada en el sofá, bebiendo una botella de alcohol de las que había traído de la tienda.

—¿Cómo estuvo la barbacoa? —pregunto, sonriendo.

—¿Qué te sucede? No has salido. Ni siquiera comiste —me regaña.

—Ya, mamá. No tengo hambre. —miento. Realmente no quiero ver la cara de Camelia, y tampoco la de Ethan. —Ve con los demás, yo estoy tranquila aquí. —subo los pies al sofá y lleno mi copa.

—Tú no eres de beber tanto, y menos aquí en la casa. —dice. —Algo no anda bien contigo.

—Me levanté con ganas de beber alcohol. Es todo. —elevo mis hombros y le soy un sorbo.

—Iré a ver a los demás, y luego hablaremos las dos. —me advierte.

Sale de la sala y yo suspiro.
Decidí quedarme aquí sentada toda la tarde, mientras que los demás estaban en el patio trasero disfrutando de la barbacoa. Prefiero estar aquí, sola, que tener que soportar a Camelia.

He estado bebiendo las últimas dos horas, quizás. Ya perdí la cuenta. Solo sé que tengo una botella conmigo casi vacía.

Siento unos pasos acercarse, y seguido a eso, Ethan toma asiento a mi lado.

—Lamento la forma en que te hablé en el estacionamiento. —es lo primero que dice.

Yo bebo otro sorbo, más largo que el anterior, y le sonrío.

—No te disculpes, dijiste lo que sentías.—respondo.

—No, no pensé en lo que dije. Yo... simplemente quiero que todo marche bien.—se adelanta.

—Con Camelia en el medio es imposible.—digo, segura.

—¿Ves? ¿Tanto te cuesta llevarte bien con ella? —reclama.

—Me cuesta, sí. No tengo intención de entablar una amistad con ella, solo para que tú estés contento. No. —sentencio, y vuelvo a darle otro sorbo a mi bebida.

—Estás tomando demasiado. Hasta creo que estás un poco ebria. —asegura.

—Lo sé. —concuerdo. —Creo que estar ebrio es bueno a veces.—pienso.—De esa manera, uno puede decir o hacer lo que estando sobrio no se atreve. Sacamos valor. —admito y suelto una risita.

—¿Ah, si? ¿Te parece? —se ríe. —¿Aplica para ti? —indaga y yo lo observo.

—Supongo que sí. —asiento.

—¿Hay algo que estando sobria no te atreves a decirme? —cuestiona, elevando una ceja.

—Puede.

—¿Y crees que con este pequeño estado de ebriedad, me lo puedes decir? —continúa.

—Puede. —repito.

—Quiero oírlo entonces.

—¿Seguro? —cuestiono y él asiente.

—Totalmente seguro. —afirma.

Yo bebo todo el contenido que le queda a mi copa y me acomodo un poco en el sofá, quedando frente a Ethan.

—Eres muy hermoso. —admito, observándolo a los ojos. —El color de tus ojos me encanta.

Él abre sus ojos de par en par, con sorpresa. Y hasta llego a apreciar un tono rojizo en sus mejillas.

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