Capítulo 27

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Maddison


—¡Maddison! ¡Se nos hará tarde! —escucho el grito de Aaron desde la sala.

—¡Ya voy, tarado! —grito de vuelta, frustrada.

Teníamos que irnos a la Universidad, donde nos estará esperando un autobús para llevarnos de excursión a un campamento. Raro, ¿no? Es decir, la última vez que fui de campamento tenía como 10 años. Era una niña en ese entonces.

Pero, de todas maneras, es bueno recordar viejos tiempos y convivir con los chicos al aire libre. Aunque la naturaleza no es algo que adore con el alma. Pero tampoco la odio.

En fin, tenía mi bolso preparado, ya que nos íbamos por el fin de semana. Según nos dijeron ayer.

Mis hermanos, Taylor, Ethan y yo, nos iríamos juntos a la Universidad, donde tomaríamos el autobús. Solamente van cinco grupos de toda la Universidad, con el fin de convivir y todas esas mierdas que solamente se les ocurren a los directores.

El grupo de Taylor, el mío, el equipo de los chicos y dos grupos más, éramos los elegidos.

Lo bueno es que estaríamos juntos, disfrutando de un lindo y tranquilo fin de semana.

Lo malo... es que estará Camelia allí, ya que comparte clases con mi amiga.

—¡Maddison! ¡Ven ahora mismo o te dejaremos! —grita ésta vez Matt.

Ruedo los ojos y tomo mi bolso, junto a mis lentes para el sol.

Salgo de la habitación, mientras coloco el bolso en mi hombro derecho y bajo las escaleras.

Veo a los chicos esperando en la sala, con sus correspondientes pertenencias a un lado.

—¡Al fin llega la señorita! —exclama Matt, con desespero.—Ya estaba envejecido de tanto esperar.

—Ya decía yo que esas arrugas no salían porque sí. —comenta Taylor, con burla.

—Tienes razón, amiga. —concuerdo. —Vamos de una vez, no hagamos esperar al anciano.—digo riendo.

Matt me da un leve empujón y toma su bolso.

—Sigue burlándote de mí. Ya me pedirás algo. —responde él, mientras pasa por mi lado.

—Ay, no te enojes, pequeñín. —habla mi amiga mientras lo alcanza, llevando su bolso.

—Espero que no nos deje el autobús. —me acusa Aaron.

Sale de la casa, seguido por Chase, quien me regala una sonrisa.

—Ni que nos estuviéramos yendo a Las Vegas. —me quejo. —¡Vamos a un tonto campamento lleno de mosquitos! —hablo lo suficientemente alto como para que ellos escuchen desde el patio delantero. —¡Y también con gente molesta que estará jodiendo todo el Santo día! —eso fue más bien por Camelia.

Aaron me enseña su dedo medio y guarda su bolso junto a los demás, en el maletero de su auto.

Escucho la risa de Ethan a mi lado y me rodea por los hombros con su brazo, mientras que avanzamos hacia la puerta de salida.

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