Haberme levantado pronto estaba teniendo sus consecuencias y ahora sentía como los párpados se me cerraban constantemente. Como todavía quedaban tres cuartos de hora para aterrizar decidí que lo mejor sería ceder al cansancio y terminé por apoyarme en la ventana del avión y cerrar los ojos.
Cuando me volví a despertar me encontraba apoyada sobre el hombro de Benjamin y enseguida me aparté avergonzada.—¡Lo siento! Me he quedado dormida, perdona...
—No te preocupes, está bien— respondió con una sonrisa.—Ha sido una siesta corta además— me enseñó la hora en su móvil y averigüé que solo había dormido veinte minutos. Todavía quedaba trayecto.
—Ufff, qué ganas de llegar...— dije estirando como podía las piernas.
Benjamín se rió como si él lo estuviera pasando de lujo metido entre los asientos de un avión. Yo ya me empezaba a agobiar, no solo porque no me podía mover a mi placer sino porque ni siquiera podía hablar con mi amiga Sam o nadie fuera de aquel cachivache.
—Voy al baño, ahora vengo.
—Okay.
Al levantarme me di cuenta de lo difícil que iba a ser llegar al pasillo sin estrujarme contra Benjamin, a pesar de eso él abrió las piernas y se echó para atrás todo lo que pudo para dejarme pasar. Ambos reímos ante la complicada y extraña situación. Después de conseguirlo fui directa al cubículo que era el baño, hice mis necesidades fisiológicas y al volver paré en el asiento de Claudia.
—¡Cuánto me aburro!— me quejé abrazándola por el cuello.
—Ya queda poco. Con lo corto que es este viaje y te quejas...— dijo entre risas.
—No estoy acostumbrada, y lo sabes...
Claudia puso cara de "ale, ajo y agua" y luego se puso con sus cascos. Al sentirme tan ridículamente ignorada volví a mi sitio y volvimos a montar la misma parafernalia para poder entrar.
—Ya te quedas ahí quietecita el resto del vuelo— me reprimió el sueco.
—Vale, vale— dije alzando las manos y con una sonrisa.
—Por cierto, tienes la bragueta...— sus ojos se posaron en mi pantalón y me di cuenta que, en efecto, la tenía bajada. Ruborizada y muerta de vergüenza me la subí, aunque luego me entró la risa tonta y ambos estallamos en carcajadas.
—Esto se queda aquí, ¿entendido?
—Por supuesto— dijo entre risas.—¿Te puedo preguntar algo?
—Lo acabas de hacer— sonreí y el voló los ojos.
—Te lo preguntaré igualmente. ¿Cuál es tu canción favorita del festival? A parte de la mía, claro.
—¡Más quisieras!— reí.—Ehmm, es difícil la pregunta... Pero yo diría que la de Italia, Non mi avete fatto niente. Es preciosa, creo que se merece ganar. ¿Cuál es tu favorita?
—Chipre, creo. Aunque hay muchas buenas, ya sabes... La única que no me gusta es la de España— bromeó mirándome de reojo con una sonrisa para ver qué cara ponía.
—A mí la que menos me gusta es la de Suecia, qué horror de canción...
—No dicen lo mismo tus reproducciones en Spotify...
—¿Me has estado espiando el móvil?
—¿Yo? Qué va— el chaval explotó en risas y yo junto a él. Los ocupantes de los asientos de al lado nos mandaron callar.
—Cierra el pico un rato— le dije intentando hacerme la seria.
—No te callas, qué pesada eres...— dijo como si estuviera molesto, pero sin ocultar una sonrisa.
Desde ese momento procuramos callarnos y seguimos escuchando nuestra música. A ratos le miraba de reojo y me asombraba el hecho de que fuera tan simpático y tan cercano. ¿Por qué dicen que los nórdicos son secos?
*******
Por fin aterrizó el avión y tras unos largos diez minutos de espera, pudimos salir. Lisboa nos dio la bienvenida con una agradable temperatura y un viento ligero. Aunque teníamos que ir directos al hotel, yo tenía muy claro que saldría a visitar la ciudad, ese buen tiempo no se podía desperdiciar.
—Clau, ¿a que te vienes conmigo a tomar algo después?— le pregunté pasando un brazo por sus hombros mientras nos dirigíamos a por las maletas.
—No sé si podré... Tengo un montón de cosas que hacer...—ella hizo una mueca pidiendo perdón.—No me mires así.
—Vale vale...—levanté las manos dándolo por perdido.—Se lo preguntaré a Lau, entonces.
—¿Por qué no vas con Benjamin? Parecía que habéis hecho buenas migas...—dijo lanzándole una mirada. Él iba delante con su grupo.
—Es cierto. Luego le pregunto a ver qué le parece.
Por primera vez en la historia de mi vida llegué a tiempo a por las maletas y encima la mía fue de las primeras en salir. Benjamin, que estaba a mi lado, me echó una mano para bajarla.
—¡Madre mía! ¿Qué llevas ahí, un muerto?
—Nunca lo sabrás...—bromeé. Él se rió y alcanzó su maleta que tampoco era mucho más grande que la mía.—Por cierto, ¿qué te parece irnos esta tarde a tomar algo por Lisboa? Hay que aprovechar este maravilloso tiempo.
—¿No puedes vivir sin mí, Nat?— preguntó alzando una ceja, yo me reí estruendosamente.
—La verdad es más triste que eso, no tengo amigos que me acompañen— dije levantando los hombros.
—En ese caso puede que te acompañe. Pero solo porque no quiero que estés sola y triste— dijo entre risas a lo que yo simplemente asentí con una sonrisa.
Cuando todos logramos encontrar nuestras maletas pusimos rumbo a un autobús que nos estaba esperando y que nos llevaría al hotel. Una vez allí nos encontramos con la delegación de Israel y Azerbaiyán, que acababan de llegar también, aunque no tuvimos tiempo de hablar con ellos.
—¿Cuál es tu número de habitación?—me preguntó el sueco en el ascensor.
—582, ¿por qué?
—Porque te paso a recoger en una hora— dijo guiñándome un ojo a la vez que salía del ascensor. Al cerrarse las puertas sonreí y negué con la cabeza. Me había olvidado completamente que estaba con Claudia y Laura, quienes se habían percatado de todo.
—Sin comentarios— añadió Laura.
Por suerte mi habitación era individual así que me metí y lo primero que hice fue tirarme en la cama para comprobar el grado de comodidad. ¡No estaba nada mal! Al ver todo tan limpio y ordenado me acordé de mi madre y me faltaron segundos para coger el móvil y llamarla. Lo cogió mi padre, luego se puso ella y les conté lo poco que había que contar: que el viaje había estado muy bien y que el hotel era precioso. Como esperaba me dijeron que me lo pasara muy bien y que tuviera cuidado. Esto último era la frase coletilla de mi madre.
Al finalizar la llamada me dispuse a colocar algunas de mis cosas imprescindibles en el lavabo y también elegí algo de ropa para cambiarme. La verdad, había sido un grave error elegir unos vaqueros para un viaje de avión y ahora mismo me daba mucho calor el jersey. Así que me cambié y esperé paciente a que viniera a recogerme Benjamin.
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{Take Me} Melovin & Benjamin Ingrosso
FanfictionAquel festival nos unió, nos destruyó y nos recompuso de nuevo. Durante un breve periodo de tiempo me encontré bailando de júbilo y felicidad, y también caí en el infierno de la desesperación y la tristeza. Y aquellos dos corazones formaron parte de...