Capítulo 15

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Melovin había venido a verme y yo había hecho todo un esfuerzo para hacer como si todo fuera bien. Por suerte era experta en eso y en ningún momento dudó.

—¿Te lo estás pasando bien?— me preguntó alcanzando con la mano algo de comida de la mesa central.

—Sí, muy bien. ¿Y tú? Vi que estabas con Alekseev.

—Sí, hemos estado hablando. Ahora había pensado en ir a ver a Julia.

—Claro, ve.

—Pero no quiero dejarte...— susurró con una sonrisa.

—Estoy acompañada— reí.— Ve y socializa, como me decían mis padres de pequeña.

—Está bien. Nos vemos— sonrió y se alejó con su ya típico guiño de ojo.

Cuando se fue di un gran suspiro y me pasé la mano por la frente, dándome así cuenta de que estaba sudando. El calor que sentía me estaba empezando a desquiciar, además de las fuertes palpitaciones y el dolor en el pecho. Intenté continuar como si nada, tomé un poco de agua para aliviar la sensación de ahogo pero nada podía pararlo. Al principio no entendía que me estaba pasando, pero luego empecé a unir piezas y sin ser una licenciada en medicina lo entendí... Era un ataque de pánico y no era el primero que me daba.
En ese momento me puse realmente nerviosa, la visión se me empezó a nublar y sentí un hormigueo por las piernas incontrolable. Si me quedaba ahí de pie sabía que me caería así que me dirigí hacia los baños como pude. El recorrido fue especialmente largo y difícil, apenas veía y me dolía todo el cuerpo, pero lo peor era la sensación de ahogo, como si no me llegara el aire y estuviera a punto de morir. Cuando entré en el pasillo de los servicios me desplomé en el suelo y empecé a hiperventilar. Y allí sola, sin apenas visión, sudando y con la sensación de estar a punto de desmayarme experimenté uno de los peores momentos de mi vida. Realmente por mi mente pasaba la idea de que me iba a morir. Pero en ese momento la puerta se abrió y entró alguien a quien solo distinguí por el tono de su voz preocupada.

—Natalia... ¿Qué te pasa? ¿Estás bien? ¡Natalia!

Benjamin se puso de rodillas al lado mía y me agarró de los brazos intentando calmarme y haciendo que le mirara. Al no conseguirlo entró en uno de los baños y al volver me mojó la cara, el cuello y las piernas con sus manos llenas de agua.

—Nat, mírame... Por favor. ¿Qué te pasa?

Con la mirada aún nublada pude enfocarle y vi unos ojos preocupados que me analizaban con intensidad. Quise llorar pero no podía, me estaba ahogando.

—Tranquila, respira. Concentrate en tu respiración— él empezó a inspirar y expirar despacio y yo intenté seguirle el ritmo. Al principio me costaba, pero poco a poco lo fui consiguiendo.—Lo estás haciendo muy bien...

Me empezaba a recuperar pero la sensación de pánico no se iba, era un miedo inexplicable hacia una situación completamente normal. Ya no sentía las piernas y el hormigueo se estaba empezando a ir a otras partes de mi cuerpo. Benjamin me agarró de los brazos y me los sostuvo por encima de mi cabeza.

—Mantenlos ahí, ¿vale? Voy a pedir ayuda.

—No, no te vayas...— logré susurrar en un hilo de voz. Él estuvo dubitativo por unos segundos pero se quedó y me siguió sujetando los brazos.

—No tengas miedo— me dijo como si entendiera lo que me estaba pasando, y el hecho de que lo hiciera me alivió. Me sentí un poco más segura.—Está todo en tu cabeza, Nat. Éstas a salvo.

Escuché sus palabras por encima de los latidos de mi corazón y de alguna manera consiguieron relajarme un poco más. Cuando ya sentía que todo había terminado las lágrimas me brotaron de los ojos, bajé los brazos y le abracé. Él me sostuvo fuerte y acarició mi cabeza una y otra vez.

—Ya ha pasado... Lo has conseguido— dijeron sus labios rozando mi oreja. Aquellas palabras amansaron mi cuerpo.

Al separarnos le miré y le dije con silencio todo lo agradecida que estaba. Supe que él me había entendido.

—Ven, te llevo al hotel— dijo levantándose del suelo y ayudándome a mi a hacerlo.

No me quería ni imaginar cómo estaba en ese momento pero tampoco me importaba. Benjamin y yo salimos rápidamente del lugar y por suerte nadie se dio cuenta de la situación. Una vez fuera cogimos uno de los taxis para que nos llevara al hotel. Durante el trayecto Benjamin no dejó de apretar mi mano para hacerme saber que estaba ahí y que me ayudaría si algo pasara. Yo iba medio anestesiada, todavía controlando mi respiración y midiendo cada movimiento, ya que aún me sentía algo mareada.
Una vez en el hotel fuimos hasta mi habitación y yo me tumbé en la cama. Benjamin se quitó la chaqueta y me quitó los tacones con delicadeza. Yo le indiqué con la mirada que se tumbara al lado mío.

—¿Te encuentras mejor?— me preguntó con una expresión de preocupación. Yo asentí.

—¿Cómo sabías lo que me pasaba?—logré pronunciar.

—A mi hermana le daban ataques de pánico cuando era pequeña y a nosotros nos enseñaron cómo ayudarla en esos casos.

—Menos mal que estabas tú ahí...—susurré cerrando los ojos. Él hizo un sonido con la garganta, como asintiendo.

—Ahora descansa. Háblame si necesitas cualquier cosa.

Sentí como me envolvió entre sábanas y como posteriormente se tumbó a mi lado pero sin taparse. Me dio miedo que se pudiese ir cuando me quedara dormida así que me acerqué un poco y con una mano en su pecho fui cayendo en los brazos de Morfeo.

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¡Hola! Solo quería aclarar una cosa con respecto al ataque de pánico. Es algo que yo nunca he sufrido así que es difícil escribir sobre ello pero me he informado todo lo que he podido. Sé que algunas cosas pueden sonar un poco exageradas como la sensación de irse a morir, pero la gente que lo sufre lo siente de verdad y lo pasan muy mal. Os animo a que busquéis información sobre el tema para entenderlo un poco mejor. Por lo demás espero que os haya gustado el capítulo y ¡gracias por leer! 💕

{Take Me} Melovin & Benjamin IngrossoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora