Capítulo 34

127 14 6
                                    

Amanecí con un fuerte dolor de cabeza, con el maquillaje aún en mi rostro y con restos de chupetones en mi cuello. Sonreí al recordar lo que había ocurrido la noche anterior aunque la felicidad no me duró tanto tiempo.

Benjamin y yo entramos en el hotel agarrados de la mano, casi a las cinco de la mañana y yo con un dolor de pies inaguantable. Cada vez que le miraba, aunque fuera de reojo, recordaba lo que acababa de ocurrir y la electricidad volvía a recorrer mi cuerpo. A pesar de la excitación me sentía a gusto sabiendo que él prefirió que no hiciéramos nada, por si acaso en algún momento de sobriedad me arrepentía de lo que pudiera haber pasado.
Justo cuando estábamos llegando al ascensor escuché el sonido de un piano y miré hacia el pequeño salón que había a la derecha.

—Ven— tiré de Benjamin hasta aquella puerta y la abrí, encontrándome con una escena bastante desagradable. Allí en el centro, sentamos en la silla del piano se encontraban Melovin y Lesya, besándose.

—Vámonos— me dijo Benjamin tirando de mí hacia fuera, tratando que dejara de ver aquella escena. Con la de alcohol que llevaba en sangre seguramente me habría lanzado sobre ellos.

Nos metimos rápidamente en el ascensor y Benji me agarró la cara con ambas manos para conectar su mirada con la mía, al borde de las lágrimas. Seguidamente me rodeó con sus brazos y yo me dejé apoyar en su pecho.

Si algo me pudo sacar de ese infierno de recuerdo fue un mensaje que hizo vibrar mi móvil. Lo agarré y lo leí detenidamente.

~¡Acabo de aterrizar! En menos de una hora estoy allí, guapa xx

¡Se me había olvidado completamente! Hoy venía por fin Sam. Tenía tantas ganas de verla y de contarla todo lo que estaba pasando... Me levanté de la cama animadamente y me arreglé un poco para después bajar a desayunar. No sé si era por la resaca o por qué otra razón pero no había casi nadie, algo que agradecí. Me senté al lado de Julia, Vanja y Alexander y disfruté del desayuno, contando los minutos que faltaban para que llegara mi mejor amiga.

**************

A lo lejos divisé a una alegre Sam, vestida con su típico estilo Coachella, con la melena recogida en una coleta y arrastrando su maleta. Al cruzar la calle nos dimos un gran abrazo y nos tambaleamos de un lado a otro.

—¡Por fin estás aquí! ¿Qué tal el viaje?

—Pues verás...— comenzó a explicar.— Me puse una película de mierda en el avión y me quedé dormida, pero luego me desperté con los ronquidos del hombre que tenía a la derecha. Terminé un poco harta pero bueno, aquí estoy— dijo mirando hacia el hotel detrás de mí.

—Eso es. Nos tenemos que poner al día eh— la recriminé señalándola con el dedo índice.

—Cierto— asintió sin demasiada efusividad.— Y bueno, ¿cuándo me vas a presentar a toda esta gente?

—Vamos, pero no te pongas en modo fan loca— la advertí aunque ella se hizo la ofendida. Ambas reímos y entramos en el hotel.

Estuvimos un rato esperando a que le dieran la llave de la habitación y allí fue cuando la presenté a la australiana Jessica y a la inglesa SuRie. Por ahora Sam lo estaba haciendo bien hasta que nos cruzamos con Zibbiz en el hall y por poco le da un ataque fan. Mientras ellos se hacían fotos yo me alejé para darles un poco de intimidad y me encontré con Benjamin, quien bajaba por las escaleras con Ryan.

—Hola chicos— les saludé haciendo un gesto con la mano.

—¿Qué tal, Nat?— me preguntó Ryan removiendo mi pelo.— Ayer no te vi, ¿no fuiste a la fiesta?

—Claro que fui, pero no me viste porque ibas ciego de alcohol— exageré y Benjamin se rió de su amigo.

—Puede ser— se encogió de hombros el irlandés.— Bueno, os dejo a solas.

Ryan se fue no sin antes compartir una mirada cómplice con Benjamin y nos dejó a ambos solos. Nos sonreímos mutuamente y acabamos dándonos un abrazo.

—¿Dormiste bien?— me preguntó sujetando mis manos.

—Sí, perfectamente. ¿Y tú?

—No tanto, me mataba el dolor de cabeza... Pero mereció la pena— dijo sonriente y con la mirada fija en mi cuello, donde se me había olvidado que tenía un chupetón. Yo me reí vergonzosamente.

En ese momento llegó Sam, que se acababa de despedir de sus ídolos, y no tardó en presentarse al sueco.

—Vaya, eres mucho más guapo en la realidad que en las pantallas— le piropeó mi amiga, quien no se cortaba un pelo en decir lo que pensaba.

—Gracias, supongo— agradeció él mostrando una mueca.— Bueno chicas, me tengo que ir. ¿Luego nos vemos?

—Eso espero— respondió Sam guiñándole un ojo. Yo abrí los ojos más de la cuenta y la arrastré hasta el ascensor bajó la mirada divertida de Benjamin.

—¿A qué ha venido eso?— la pregunté una vez a solas con algo de celos.

—A nada. Simplemente me ha gustado el chico.

—¿Hum...?

—¿Qué? No me mires con esa cara, tú te lo quieres quitar de encima, ¿no?

—¿Por qué dices eso?— la miré extrañada y ella resopló.

—Porque todo el mundo se piensa que estáis juntos, sobre todo después de lo de anoche, pero tú al que quieres es al ucraniano.

—¿Qué de anoche?

—¿No ves las noticias, tía?— preguntó divertida.— Ese abrazo que os disteis cuando nombraron a Suecia como finalista, el beso que os cortasteis en daros y algunos rumores que dicen que ayer os fuisteis de la fiestas juntos y antes que el resto.

—Ah...—respondí seca, saliendo ambas del ascensor hacia su habitación.— ¿Y por eso le tiras las fichas? ¿Para quitármelo a mí de encima?

—No, es que me gusta— se encogió de hombros y se tiró en su cama. Yo cerré la puerta y la observé de pie, notando su extraño comportamiento.

—¿Qué pasa, Sam? ¿No estabas con Ismael?

—Ah Isma, sí— pronunció su nombre como mofándose de él.— Ayer me enteré de que lleva como tres semanas poniéndome los cuernos, así que...

—¿Enserio? Tía, lo siento...—me senté a su lado y la acaricié el muslo.

—Da igual, era un cabrón— intentó restarle importancia y sonrió.— ¡Y ahora a pasarlo bien y a ganar Eurovision, que para eso he venido!

{Take Me} Melovin & Benjamin IngrossoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora