Capítulo 33

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Después de que acabara el espectáculo se formó una pequeña fiesta improvisada con más música y con alcohol para celebrar el final de las semifinales. A pesar de que algunos estuvieran de bajón por no haber entrado como Laura, Christabelle, Jessika o Jennifer, había un sentimiento general de júbilo.
Desde que habíamos llegado no había hablado con Mel, quien estaba acompañado por Lesya en todo momento. Al salir de la Green Room le di la enhorabuena como a todo el mundo, pero hasta ahí.

—Nat, ¿podemos hablar?— di un último trago a mi bebida y me giré para hacer frente a esa voz.

—Dime— respondí con falsa amabilidad. El ucraniano bajó la mirada por unos segundos y resopló.

—Es que estás rara... Conmigo— apoyó su mano en mi brazo y me miró con algo de preocupación.

—No lo estoy— mentí restándole importancia. Él rodó los ojos sin creerme.

—Sí que lo estás, ni siquiera te has acercado a mí, ¿no estás contenta de que haya pasado a la final?

—Claro que lo estoy, Kostya— al igual que él posé una mano en su brazo para mostrar que me importaba.— ¿Pero qué quieres? ¿Que me lance sobre ti en frente de todo el mundo?

—Tampoco eso, pero...

—Pues ya está— terminé la frase y le di un sorbo más al vodka, que ya me estaba empezando a subir. Por detrás del ucraniano apareció Lesya, por supuesto con una sonrisa, y le agarró del brazo pidiéndole bailar. Mel me miró como buscando aprobación y yo asentí.

Me quedé un rato más ahí parada observando como aquellos dos bailaban y se reían. Por un momento me la imaginé a ella bailando desnuda enfrente de él en su habitación del hotel. Terminé mi bebida de un tirón y me alejé de allí para encontrarme con los chicos, quienes ya empezaban a estar bastante borrachos. Mikolas parecía que se había metido una droga muy fuerte, Ryan bailaba a su manera, Michael junto al irlandés pero sin tener ni idea y Ari y Benjamin saltaban agarrados de los hombros. Antes de unirme fui en busca de Laura y Christabelle, que estaban sentadas con vaso en mano y el ánimo bastante caído. A Chris no me costó mucho levantarla pero la letona opuso más resistencia.

—¡Andiamo, Rizzoto!— la animó un muy contento Ermal. Ella acabó rindiéndose al italiano y salió a bailar.

Chris y yo fuimos con los chicos y acabamos cuerpo con cuerpo sudando. Era increíble lo bien que sentaba una fiesta con tanta alegría entre medias. Unos brazos me rodearon por la espalda y vientre inesperadamente y me empujaron contra su cuerpo. Pensé en Mel pero me di cuenta que no era él al verle a unos metros hablando muy animadamente con Lesya. Me di la vuelta y vi su sonrisa, la sonrisa de un sueco feliz y algo pedo.

—¿Te he dicho que estás preciosa?— noté su aliento a alcohol al estar tan cerca suyo, pues todavía me tenía agarrada por la cintura.

—Creo que sí— reí recordando ese momento en el pasillo de los camerinos.— Tú también lo estás.

—Lo sé— gritó por encima de la música para que pudiera escucharle. Yo rodeé los ojos y me reí de su egolatría.

—¿Cómo te sientes?— le pregunté mientras entrelazaba mis manos por detrás de su nuca.

—Feliz, aquí contigo— reí al pensar que lo decía por estar borracho, pero él trasladó su mirada a mis labios.

Una vez más sentía ese impulso de querer besarle, de tenerle todavía más cerca y estaba segura de que él también lo sentía. Y en este caso, lejos de pensar en Melovin y sentir remordimiento, me daban todavía más ganas de hacerlo. Así que sí, atraje su cabeza hacia mí y le besé como quise hacerlo, ni demasiado lento ni demasiado empalagoso, conjugando el sabor a alcohol de su boca con la mía. Después de unos segundos se separó y me miró interrogante.

—¿Y Mel...?

—Déjalo— le corté, dejándole con la pregunta en la boca.— Vámonos a otro lado.

Benjamin asintió, me dio la mano y salimos de aquel lugar hasta llegar al más cercano, su camerino. Al cerrar la puerta me lancé a sus labios y él me empujó contra la pared agarrando mi cabeza para que no me hiciera daño con esta. Un beso tras otro, tras otro, tras otro y ya no quedaba nada de coherencia, simplemente puro romanticismo, pasión y búsqueda incesante de placer. Rodeé su cuerpo con mis piernas y él empezó a succionar la piel de mi cuello mientras a mi se me iba la mirada hacia el resto del camerino, decorado con banderas suecas.
Unos segundos después se paró y me miró para ver si yo estaba segura, porque a pesar del alcohol él sabía lo que estábamos haciendo.

Följer...— pedí que continuara en su propio idioma, luciéndome con una de las pocas palabras que había aprendido. Su sonrisa se ensanchó, se mordió el labio y me llevó hasta el pequeño sofá donde por fin retiré mis piernas de su alrededor.

{Take Me} Melovin & Benjamin IngrossoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora