Capítulo 20

144 18 6
                                    

El día anterior había sido agotador pero por alguna razón me había levantado con mucha energía, quizás porque hoy era el segundo ensayo. Esta vez habría muchísima más prensa pendiente de cómo evolucionaría la actuación así que tendría que dar lo mejor de mí, aunque bueno, eso siempre lo hacía.
No eran ni las siete de la mañana y yo ya estaba vestida y ligeramente maquillada, preparada para tomar un buen desayuno. Abrí la puerta decidida a salir pero me choqué con alguien, quien me empujó de nuevo hacia dentro y unió sus labios con los míos.

—¡Mel!— dije entre risas mientras nos besábamos y nos tambaleábamos.—¿Qué haces aquí?

—Tenía ganas de verte, soy un poco impaciente.

—Se nota...— reí acariciándole el pelo.

—¡Ey! Eso no se toca, que está perfecto.

—Es verdad, ¿cómo haces para tener el pelo tan perfecto a esta hora de la mañana?

—Te podría preguntar lo mismo— dijo mirándome de arriba abajo con una media sonrisa.

—Hoy estoy muy contenta, quizás sea eso.

—Me gusta verte así. ¿A qué hora tienes el ensayo?

—A las doce de la mañana, qué rico— dije sarcásticamente.

—Yo a las siete de la tarde, verás tú a qué hora acabaré cenando...— se quejó sentándose en la cama.

—Pues a la hora normal española, la que debería de ser en todo el mundo, vamos— dije sentándome a su lado.

—Te equivocas, señorita...— dijo dándome un toque en la nariz. Yo reí y le rodeé el cuello con mis manos para besarle.— Sigues estando equivocada.

—Vale— respondí indiferente entre besos. Le volví a tocar el pelo y él dio un gruñido, me apartó la mano y se puso prácticamente encima de mí, haciéndome quedar parcialmente recostada.—Tenemos que ir a desayunar...

—Vale— me interrumpió y continuó besándome, hasta que yo le aparté entre risas y me levanté.

—No quieras llegar tarde...—le agarré del brazo e hice que pusiera de pie.

—Nunca llego tarde, tú me entretienes— bromeó con una sonrisa demasiado irresistible.

—Ah, ahora es mi culpa...— me hice la ofendida y salimos de la habitación, no sin antes haber cogido la tarjeta.

Cuando entramos en el ascensor nos encontramos con SuRie y Jessica, a quienes saludamos amigablemente.

—¿Cómo estás?— me preguntó SuRie con cara de preocupación.

—Ehm bien, ¿por qué?— en ese momento me cagué patas arriba. ¿Había contado Benjamin algo sobre el ataque de pánico?

—¿No has visto las noticias?— habló Jessica, yo negué.— Deberías mirarlas, cariño. Pero no te preocupes, no sé qué ha podido pasar pero se arreglará.

Ahora era yo la que tenía cara de preocupación y bueno, Melovin estaba que no sabía qué pensar porque no se enteraba de nada. Al bajar del ascensor Jessica y SuRie fueron directas al comedor mientras que Mel y yo nos quedamos leyendo las noticias en mi teléfono. El primer titular rezaba así: "España intentando comprar los votos de los países nórdicos". Y la cosa seguía: "El representante sueco desmiente las declaraciones de Natalia, la representante española", "España y Suecia, ¿verdaderamente amigos?".
Me puse a leer como loca todos los artículos y todos venían a decir lo mismo. Me empezó a subir tanta rabia que hasta Melovin se puso nervioso.

—¿Qué pasa, Nat?— el pobre no se enteraba de nada así que gustosamente se lo expliqué.

—Están diciendo que como España nunca obtiene votos de los países nórdicos yo me he inventado que me llevo muy bien con Benjamin  y no sé cuántas cosas más para que Suecia me vote. Al parecer en la entrevista de ayer yo insinué que tenía una relación con Benjamin y luego él afirmó que "no nos llevábamos especialmente bien, igual que con el resto de participantes". ¿Pero de qué coño va?

—Ey cálmate, seguro que...

—¡No me digas que me calme! Esta gente se acaba de inventar una mentira como una casa y encima Benjamin echa leña al fuego— grité señalando el móvil.

—Pero no tiene sentido, hasta yo sé que os lleváis bien.

—¡Ya sé que no tiene sentido!

—Tranquila, ve a hablar con él— dijo con voz calmada intentando apaciguar mi enfado, aunque de poco sirvió. Me di media vuelta e irrumpí en el comedor con móvil en mano.

Según me acercaba a su mesa me di cuenta de que no quería montar un pollo delante de todo el mundo y por la cara que puso al verme, entendí que él tampoco. Benjamin se levantó de la mesa y tan cual entré, salimos.

—¿Me puedes explicar qué está pasando?— inquirí lanzándole el móvil al pecho. Él lo cogió al momento y menos mal, porque si se le hubiera llegado a caer me enfadaría el doble.

—No quise que pasara esto...—dijo mirando la pantalla del teléfono.

—¿Por qué dijiste que no nos llevábamos bien? Me hiciste quedar mal y encima es mentira.

—Lo sé, lo siento. Es que estaba enfadado y fue lo primero que me salió...— dio un suspiro y me miró fijamente a los ojos.

—¿Has leído todo lo que dicen, que estoy intentando comprar los votos de Suecia?

—Sí... Lo arreglaré, ¿vale?

—Joder, Benjamin lo has arruinado. No quiero ni pensar como debe de estar la imagen de España en estos momentos. Es mi país y ahora estamos en la mierda porque tú te has enfadado— dije señalándole inquisidora.

—De verdad que lo siento. Nunca pensé que pasaría esto...

—Yo solo te pido que lo arregles, ¿vale?— le quité mi móvil de entre las manos y me fui de allí, dejándole con esa cara de haberla cagado y de preocupación que en ese momento de enfado no me daban ninguna pena.

{Take Me} Melovin & Benjamin IngrossoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora