Capítulo 5

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La puntualidad nórdica no me sorprendió, me levanté rápidamente y le abrí la puerta. Él llevaba la misma ropa que en el avión además de una chaqueta grande de color azul oscuro. ¿Por qué me fijo tanto en la ropa? Madre mía...

—¿Preparada?

—Sí.

Cogí mi bolso y la tarjeta (que era como la llave de la habitación) y salimos. Abajo en la recepción nos encontramos con la delegación de Albania y saludamos a Eugent. También le propusimos que se viniera con nosotros a tomar algo pero dijo que no podía, que si eso otro día. Así que finalmente nos fuimos nosotros dos solos, como estaba previsto.

—Qué hombre más majo...—dijo Benjamin como hablando para sí mismo.

—¡Sí! Y tiene una voz muy bonita. Ojalá entre a la final...

—Seguro que sí.

Estuvimos un buen rato paseando por las maravillosas calles de Lisboa, que estaban llenas de transeúntes y de músicos callejeros. Creo que Benjamin y yo nos dejamos todas nuestras monedas en ellos.

—¡Esta canción me encanta!— dijo efusivo al escuchar cómo sonaba la canción de Bruno Mars, Locked Out Of Heaven. Agarró mi mano y me lanzó a la pista de baile improvisada, donde ambos pusimos a prueba los movimiento del otro.—¡'Cause your sex takes me to paradise!

—¡Yeah you make me feel like I've been locked out of heaven for too long!

Con los alaridos que estábamos dando nadie hubiera podido averiguar que en realidad éramos cantantes. En ese momento solo éramos dos críos disfrutando de la buena música. Al terminar la canción le dimos al cantante algo de limosna y seguimos caminando por la ciudad. Para entonces se estaba haciendo de noche y nos entró el hambre, así que decidimos sentarnos en la terraza de un restaurante para cenar. Mientras esperábamos a que nos trajeran la comida el viento frío nos empezó a azotar y yo me quedé prácticamente tiritando. Benjamin cortó de seco la conversación y se quitó la chaqueta para entregármela.

—Oh no, no te preocupes. Estoy bien.

—¿Qué dices? Si estás temblando... Tómala.

—No quiero que pases frío.

—Tú no sabes lo que es pasar frío— dijo entre risas. Yo sonreí y acepté la chaqueta en la que estaba bordada su apellido "Ingrosso". En pocos segundos me sentí cálida y cómoda.

—Tu apellido no es muy sueco que se diga, ¿no?

—No, es italiano.

—¿Entonces eres medio italiano?

—Sí, signorina— respondió con una gran sonrisa.

—Me encanta el italiano... ¿Qué más me podrías decir?— pedí dándole un sorbo a mi bebida pero sin apartar los ojos de él.

È una bella notte e sono felice di averlo passato con te.

No necesitaba que me tradujera eso para entenderlo, simplemente sonreí. Noté como él se puso ligeramente...¿nervioso? O quizás era solo mi perspectiva, pero sin duda estaba diferente. Además yo me había quedado encandilada con su italiano.
En ese momento una voz lejana nos saco a ambos de nuestro letargo y pude ver a lo lejos que Elina, la representante de Estonia, Melovin y su interprete se acercaban. Espera, ¿¡Melovin?! En menos de cinco segundos los teníamos al lado, se sentaron a cenar con nosotros y yo todavía seguía flipando.

—Me alegro de haberte conocido por fin, tienes una voz preciosa— le dije a Elina para intentar tapar mis nervios.

—¡Muchas gracias! Tú también para lo joven que eres...

{Take Me} Melovin & Benjamin IngrossoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora