Espuma

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Llamaron criaturas a los barcos de guerra cuando el sonido de los cañones se confundía con el de las sirenas y los marineros que caían al agua se ahogaban. Cada vez que cerraba los ojos les oía asfixiarse en la más absoluta oscuridad. Después, solo había olas y criaturas surcándolas.

Yo sabía que algo habitaba mis oídos, tentáculos malva y púrpura que cosquilleaban el tímpano y producían ecos de caracola. Rezaba cada día para no caer al mar, y sin embargo seguía soñando y despertaba en la humedad del sudor de un agosto en la casa de mi abuela.

Ya lo recordaba, sí. El océano me había estado meciendo durante semanas hasta que me encontraron moribundo sobre una tabla. Desde entonces, mi abuela cuidaba de mí, aunque nadie podía protegerme de aquello; era una respiración entrecortada lo que tragaba mis palabras. Gemí.

Llegó mi abuela y me intentó calmar poniéndome gasas empapadas en agua fría sobre la frente. Se iba a hacerme algo para comer. Para comer.

Las gotas gélidas resbalaron hasta mis mejillas y empezaron a descender vertiginosamente hasta la punta de mi nariz.

Contuve el aliento e intenté no respirar. Aquella gota no podía caer en mis labios, no podía, no...

"Tarde", pareció susurrar al deslizarse sobre mi boca como si fuese una babosa.

Sentí el sabor de la sangre corriendo por el paladar al punzar las encías y cerré los ojos para no verlo salir de mi garganta.

¡PUM! ¡PUM! ¡PUM! Cañones, cañones, cañones, cañones... sirenas. Sirenas.

Aprieto los párpados y me besa para beber el agua de mis pulmones y hacerme su presa.

Shh, shh, shh ¡PUM! PUM, pum.

Abro los ojos: no hay nada más que un barco hundido y gente muerta a miles de leguas de la superficie. Somos espuma.

RAMAS ENCORVADAS: historias y desvaríos en florDonde viven las historias. Descúbrelo ahora