Abandonó

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Bajo el sol del estío naciente abandonó sus zapatillas desgastadas al lado de un árbol talado sobre el que, previamente, se había sentado para descalzarse. Después caminó despacio hasta el río donde se sumergió y se dejó llevar.

Resulta que no solo había dejado sus zapatillas allí, sino que había decidido dejar su vida, todos los pasos que había dado y aquellos momentos en los que se había detenido para tomar aire y emprender un nuevo rumbo. En aquel mismo instante en el que se sentó sobre el cadáver del árbol sintió por vez primera la certeza y la necesidad de aquel acto definido por el más absoluto de los abandonos. No hubo coros, ni epopeyas, ni plañideras por su nombre, solo el río fluyendo, cargado de vida y de muerte mientras el sol, inerte, amarillo y solo, alumbraba las sombras del bosque.

RAMAS ENCORVADAS: historias y desvaríos en florDonde viven las historias. Descúbrelo ahora