El verano que mi madre tuvo los ojos verdes, el campo se tiñó de un espectro ámbar. Las calurosas tardes en nuestra casa del campo nadaban la calma del febril estío cayendo, pesado, en el aire, haciéndolo pegajoso y denso. Nos recuerdo inmóviles, como estatuas con un libro en la mano o, en caso contrario, durmiendo. Mi madre salía entonces al porche con la mirada perdida en un anhelo infinito y probablemente incierto, se cubría la cara con su sombrero de paja y se quedaba mirando al sol, al espíritu lumínico al que sólo podía sonreírle tímidamente. Una tarde, me acerqué a la puerta para observarla. No hice ruido. Icaro seguía volando movido por el viento de la melancolía. Dejó a un lado su sombrero y pude ver sus ojos de cielo llorando un surco de oro. Ahogué un ruidito de asombro. Ella se giró, con la carita colorada de fuego y esbozó una tierna mueca. Aún recuerdo cómo relucían sus ojos verdes de acuarela.
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RAMAS ENCORVADAS: historias y desvaríos en flor
Short StoryCuenta la leyenda que si besas la áspera corteza de una rama encorvada, nace una flor y sus pétalos, al volar, narran historias. ¡Besa este tronco y lo descubrirás! Hay muchas historias, desvaríos, opiniones y maravillosos desastres a punto de flore...