Vi a un desconocido dormir en el metro

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Vi a un desconocido dormir en el metro.
Quizá resulte raro decirlo así, quizá simplemente el hecho de nombrarlo ya es extraño. Para mí, que me dedico a observar a las personas, en vez de esto, me pareció una gran oportunidad para admirar los trazos que componían su rostro y su postura sedente.
Era la primera vez que podía mirar a un desconocido con tanto detenimiento, pues, de otro modo, si hubiese estado despierto, mi inocente acto se habría considerado de mala educación.
Supongo que es triste que nunca le llegase a mirar a los ojos. Solo pude pararme en sus párpados entonces cerrados, ocultando su tesoro: dos pequeños basiliscos que, si alguna vez me hubiera atrevido a detener mi mirada sobre ellos, me habrían petrificado.

RAMAS ENCORVADAS: historias y desvaríos en florDonde viven las historias. Descúbrelo ahora