5. ¿William o Willy?

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* * *

—¡Dame mi jodido libro! —grito antes de abalanzarme sobre Michael, el payaso de la clase que siempre se ríe de mi cabello.

—¡Alcánzalo si puedes! —sale corriendo como rata escurridiza.

¡Hijo de puta!

Corro detrás de él como lunática por todo el pasillo mientras escucho los gritos de Jamie, probablemente queriendo calmarme. A la mierda ¡No me calmo!

Este idiota no se cansa de correr, todos nos están mirando raro pero no me importa, tengo que quitarle mi libro de 50 sombras de Grey.

Grey, aguanta un poco más, Billie Anastasia viene por ti.

—¡La pobre Billie no tiene quien se la folle y por eso lee estas cosas para excitarse sola! —anuncia Michael mientras corre. Ya valió lo que sigue de mierda.

¡¿Y cómo coño puede correr y burlarse de mí al mismo tiempo?!

Ojalá se atragante con su saliva.

Concuerdo, conciencia malvada.

Empiezo a correr más rápido y justo cuando estoy por alcanzarlo salto y caigo encima de él, quedando yo a horcajadas.

Cuando Michael nota la posición en la que estamos, alza sus cejas con interés y se estira más en el suelo para que... ¿para qué? Ni idea, con este imbécil puedo hasta creer que quiere invocar a un demonio.

—Pero, hey, si quieres que alguien te haga lo que Grey, llámame —menciona con picardía y sin aliento por tanto correr.

Indignada, le quito el libro, me levanto y le doy una patada en las bolas, haciendo que se retuerza de dolor.

—No, gracias. Ya tengo un amorcito —le informo mientras él chilla del dolor.

Y ajá, ¡Estoy hablando de Chris!

Tal vez las cosas cambien hoy con él... de todas formas ya nos dimos un beso. Bueno, yo le di un beso y él me lo regresó.

Tengo que encontrarlo después de este percance.

¡Besos con Christopher, qué bonito!

Me voy de ahí caminando como una persona civilizada, pero todos me ven como si estuviera loca. Que se jodan. Abrazo más fuerte mi querido libro contra mi pecho y llego a mi casillero donde me está esperando Jamie.

—Lo rescaté —le digo con una sonrisa, alzando el libro en mi mano sintiendo la victoria.

—Suerte que no te han llamado de dirección —comenta arreglando su mochila.

Bufo con confianza.

—Por favor, no me llamarían para eso.

Señorita William Jacobsen, repórtese a la oficina del director de inmediato —suena desde la bocina del pasillo la voz monótona de la secretaria escolar.

Atrápame si puedesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora