38. desconocida

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De vuelta a la rutina.

Escuela, trabajo, entrenamiento, tareas... ehhh, no se crean, no hago tarea, jeje.

Hasta ahora todo ha ido excelente. Habían pasado dos semanas desde el fiasco de cena con los papás de Jack, pero luego todo mejoró. En Danny's Burguers la clientela ha ido aumentando después de sacar la nueva promoción de distintos aderezos. En el aspecto deportivo sigo siendo la capitana del equipo y estamos a un par de pasos para que Jake, Tony, Ryan y otros chicos del equipo vayamos a eliminatorias con otra escuela rival. Casi puedo oler la victoria.

Camino a paso tranquilo por el corredor de la escuela, dirigiéndome a mi casillero. El mar de estudiantes ya olvidó lo que pasó con la situación del video y ahora me ignoran. Bien, me da igual.

Estoy tarareando una melodía tonta con la mayor felicidad del mundo cuando de la nada intercepto al director Darmont acercándose a mí.

No me jodas, destino.

—¡Director, cuánto tiempo! —le saludo con alegría sobre-actuada. Casi quiero pararle el dedo cuando una mueca de inconformidad se muestra en su rostro envejecido.

—Señorita Jacobsen, veo que no hemos quedado claros en algunos aspectos...

Ah, mierda, aquí vamos...

—No puede seguir comiendo en los salones, es una falta de respeto hacia los maestros e incluso hacia el alumnado, también quería informarle que el profesor de química me tiene al tanto de su comportamiento después de haber quemado la tabla periódica y jugar con sustancias que son peligrosas, además de eso...

Seré honesta, solo escuché la mitad. El director Darmont sigue enumerando todo el sinfín de asuntos que se trae conmigo y en mi mente sigue sonando la melodía que estaba tarareando segundos atrás.

—...y todo eso puede afectarle el puesto de jugadora en el equipo de básquetbol. —Finaliza, yo lo escucho.

¿Eskiusmi?

—¿Cómo dijo? —casi me ahogo con mi propia saliva. Esto no puede ser...

El director Darmont me da una sonrisa malévola antes de volver a decir las palabras con extrema lentitud.

—Si usted continúa comportándose de la forma en la que está haciendo y sacando malas notas, olvídese que seguirá siendo parte del equipo de básquetbol.

Mi corazón palpita con frenesí, olvidándome de todas las cosas bonitas que pensaba decirle después de que se callara.

¿Qué carajos pasó?

—No creo que usted pueda hacer eso, el entrenador no lo permitirá —digo con un atisbo de esperanza, ya que estoy completamente segura que el entrenador me adora. No puede lanzarme por la borda solo por que se le hinchan los huevos al director Darmont.

El director bufa y mena la cabeza, como si supiera más que yo.

—Ah, señorita Jacobsen, yo mismo hablé con él esta mañana y aceptó el acuerdo.

Me quedo muda.

—Así que se lo preguntaré... ¿estamos claros?

Casi quiero escupirle en los zapatos por como lo dijo. Con ese tonito de superioridad que me tiene al borde de la ira.

—Como el agua. —Le contesto apretando mis dientes, recordando la primera charla parecida a esta que tuvimos al inicio de clases.

El director Darmont asiente con una sonrisa malvada y antes de irse, apunta a mi gorra.

Atrápame si puedesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora