28. no es real

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—¡¡Señorita Jacobsen, venga aquí inmediatamente!! —me grita el profesor Kennell desde el pasillo.

Asombroso.

Lo ignoro y sigo corriendo para alejarme de él a toda costa.

Se preguntarán qué ocasionó el hecho de que un profesor me esté gritando por el pasillo y yo esté corriendo como una desquiciada.

Aquí va la explicación.

El profesor Kennell es el maestro de química, nos puso a hacer un experimento en el laboratorio y eso... pudo haber ocasionado que yo accidentalmente hiciera explotar una mezcla y lograra quemar la gigante tabla periódica que se encontraba en la pared.

Ni me pregunten cómo el puto fuego alcanzó a llegar hasta ahí.

Y ahora, como la gran heroína que soy, estoy escapando del posible problema en el que me metí.

Quiero excusarme diciendo que no sabía lo que hacía con los jodidos líquidos químicos que tenía sobre la mesa, o que el compañero con el que me tocó trabajar era un maldito zoquete, pero ninguna de esas dos opciones son válidas porque:

A) solo había tres líquidos, agua, Sprite de naranja, y nitrógeno líquido. Y B) James Hopkins es el nerd más nerd de todos los nerds. Así que si me preguntan, estoy jodida.

Doy vuelta a otro pasillo y casi me resbalo pero logro estabilizarme. Llego a mi casillero con mi respiración frenética y mi pulso acelerado, Jamie está en clase de Francés y yo... pues, tengo libre una hora.

¡Asombroso!

—Señorita Jacobsen.

Hablé muy rápido.

Me volteo lentamente para encontrarme con el director Darmont, su mirada enojada es lo primero que ven mis ojos, su cara esta roja de furia y parece que va a salir humo por sus oídos.

Dios Santo, este sujeto necesita una novia con urgencia.

Le muestro mi mejor sonrisa inocente y me dispongo a hablar.

—¡Director! Tanto tiempo sin verlo, ¿cómo le ha ido? —le pregunto campante.

Poso una mano en su hombro con tranquilidad y él frunce el ceño, apartando mi mano con disgusto. Uy, pues perdón.

Señorita Jacobsen, según tengo informado, el profesor Kennell te vio ocasionar el incendio de la tabla periódica antes de salir huyendo de las normas académicas...

—Corrección —lo interrumpo, alzando un dedo—, estaba huyendo del profesor, no de las normas —me explico con una sonrisa.

—¡Es lo mismo! —exclama. Doy un pequeño respingo y él rápidamente se da cuenta que algunos estudiantes que pasaron se le quedaron viendo raro, acomoda sus gafas gruesas y carraspea con incomodidad—. El punto es... que ¿definitivamente sabe lo que viene después de esto...? —se acomoda su corbata, expectante.

Frunzo mis cejas y suelto un resoplido.

—¿Qué? ¿Un premio? —ironizo. Me arrepiento en cuanto noto que su rostro se vuelve mas rojo. Joder.

¡Mantén tu puta boca cerrada, Billie!

Oh, muy graciosa —me sonríe fingidamente—. No. Tendrás detención después de clases y además aportarás una nueva tabla periódica para el laboratorio de química.

Atrápame si puedesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora