31. inTenSo

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Separamos nuestros labios con delicadeza y nos miramos a los ojos con tanta intensidad que tengo miedo de hacer una estupidez. Desde aquí puedo notarlo mejor, ambos tenemos los ojos del mismo color pero jamás me había dado cuenta de lo bellos que son los suyos. Tienen motas grises alrededor pero el azul siempre gana. En definitiva, siempre me perderé en su mirada, no importa qué. Incluso si él enfermara de un envenenamiento alimenticio y sus ojos se volvieran amarillentos alrededor, me seguirían encantando...

Bueeeno, me daría mucha incomodidad y desagrado verlo pero haría todo lo posible para que no se me notara.

Ay, soy muy linda.

Jack pasa su vista por mis labios, después se vuelve a centrar en mis ojos. Todo me da vueltas, me siento en las nubes y solo él puede hacerme sentir de esta manera. Maldita sea, ya ni siquiera soy dueña de mis emociones.

—Será mejor que nos apresuremos para llegar a casa —dice cuando se separa de mí. Asiento algo aturdida por su brusco movimiento pero decido ignorar eso por el bien de los dos.

O por el bien mío.

Es que es un humano muy incomprensible para mí.

Seguimos caminando en silencio hasta que llegamos a la entrada de mi casa. Mamá y Ronnie están con mi tía Margot, por lo tanto la casa está vacía...

Tal vez si...

—¿Quieres pasar? —pregunto con la esperanza de que este sentimiento rarito que se creó entre nosotros desaparezca. Jack me mira y asiente sin ningún tipo de emoción en su cara. De acuerdo.

Me acerco a la puerta junto con Jack detrás mío mientras abro con mis llaves de casa. En cuanto Jack y yo entramos, cierro la puerta y aviento mi mochila al suelo, esperando que no golpee algo en su destino al suelo.

Angus viene corriendo hacia la sala donde Jack y yo estamos, cuando nos ve se viene acercando y es por eso que me agacho para saludarlo, pero justo cuando creo que vendrá hacia a mí dobla a la izquierda y comienza a jugar con Jack.

¡Maldito gato!

Me levanto por la creciente vergüenza que se forma en mí por culpa del maldito Angus, y me adelanto a la cocina dejando a los dos machos jugando.

Eww, eso sonó jodidamente raro.

Me sirvo un vaso con agua y le sirvo otro a Jack por si quiere.

¡Diablos, no le ofrecí! Capaz y no quiere agua y yo estaré como tonta preguntándole si quiere en primer lugar.

Maldita sea, maldita sea, maldita sea...

—¿Qué haces?

Su voz me sobresalta y casi se me cae el vaso con agua al suelo, lo que provocaría una gran pérdida de vajilla vieja de la abuela. Y todos sabemos que nos dolería mucho si se nos rompe un vaso y deja de complementar la vajilla de porcelana de la abuela. Es la verdad y todos lo saben.

Logro tomar la compostura y me encojo de hombros, tomando otro gran trago de agua. Jack sacude su cabeza mientras sonríe y se acerca a la isla de la cocina, se sienta en un taburete quedando enfrente mío.

—¿Quieres un vaso con agua? —logro encontrar mi voz y le pregunto.

No sé por qué carajos estoy tan jodidamente nerviosa, no es como si nunca un chico hubiera estado en mi casa. El que me gusta. El chico del cual estoy enamorada está en mi casa...

¡¡Entré en pánico, entré en jodido pánico!!

Él asiente y yo asiento nuevamente, dándome como quince bofetadas mentales por tal estupidez que cometí.

Atrápame si puedesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora