4. soy Billy Joel

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* * *

No quisiera empezar a decir que posiblemente ir a la fiesta de Melissa Thompson un lunes sea buena idea... pero aquí estoy, a las nueve de la noche tratando de convencer a mis madres que me dejen ir.

—Poooor favor, prometo regar las plantas y cortar el césped del jardín —imploro de rodillas a mis dos mamás, mientras ellas están sentadas en la sala de estar con un libro en sus manos.

Mamá baja el libro que está leyendo y su mirada azul se enfoca en la mía.

—Si te digo que no, ¿podrías hacerlo igualmente? Las flores de enfrente están marchitándose y...

—¡Mamá! —me quejo, haciendo una mueca enfadada.

—Billie, ya te dijimos que no ¿qué te cuesta entender de eso? —me frunce el ceño y vuelve a su estúpida lectura.

Resoplo y niego con la cabeza, terca.

—Es que no es justo, todo el verano me porté bien y no hice desastres...

Fuera. No hiciste desastres fuera. Pero en casa hiciste demasiados —menciona Ronnie, tomando de su té con una sonrisita.

Está bien, tal vez haya cometido una que otra falta ¡Pero eso no quiere decir que no me merezca ir a la fiesta de una chica que apenas conozco un Lunes por la noche!

Santo Dios. Qué jodido suena eso.

—¡Por favor, Veronica! Ya supera lo de las cortinas —llamo a mi segunda madre por su nombre completo, haciendo que ría.

—¿Quiénes irán? —inquiere mamá bajando su libro y mirándome con atención.

¡Bingo! Está considerando dejarme ir.

—Pues... Jamie, Tommy, algunos de mi clase y...

—¿Irá Jack? —me interrumpe Ronnie. Esperen ¿qué?

¿De qué está hablando, si me permito saber?

—¿Qué Jack? —me hago la estúpida.

No ocupas hacerte la estúpida, así normal ya eres.

Eh, pues sí.

—¿Cómo que qué Jack? Jack, nuestro vecino —dice mamá frunciendo el ceño.

Hago una cara rara y las miro como si me estuvieran hablando en otro idioma.

—Ni idea, honestamente —digo, deshonesta.

Momento de la verdad, sucede que mis mamás no saben que Jack y yo ya no somos... amistosos entre nosotros. Es decir, saben que ya no somos cercanos, pero no saben que no nos habíamos dirigido la palabra por cuatro años. Hasta ahora.

Cuando Jack y yo dejamos de hablarnos, me dio mucha pena decirles a mis mamás que mi amistad con él había llegado a su fin. Y más por el hecho en decirles el por qué. Yo qué sé, era una chiquilla. A veces pienso en decirles, digo, sé que en algún punto se darán cuenta que es más serio de lo que parece... pero la cosa es que en cuatro años de estar separados ellas jamás notaron que la indiferencia entre ambos era total. Creo que punto para mí.

Atrápame si puedesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora