Su nombre era Kogami Ryoken. Un niño con excelentes calificaciones y con un padre amoroso. Su vida era llena de felicidad y con cierto brillo en el ambiente.
Soñaba con crecer y convertirse en un adulto como su padre. Sin embargo, nunca imagino que su vida se destrozaria tan fácilmente al saber cuál era el experimento que hacía su padre con tanto esfuerzo.
Por los monitores podía ver a seis niños sufrir de hambre y de sueño. Su corazón se destruyó al escuchar sus gritos.
¿Qué podía hacer?
Pronto se enfocó en un niño de ojos esmeraldas, a pesar de todo no se rendía por salir adelante. Vio el nombre arriba del monitor.
—Fujiki Yusaku, seis años —Susurro.
En ese poco tiempo nunca dejo de verlo. Ver como luchaba por salir con vida, su corazón le golpeó el pecho de culpa. Era culpa de su padre que ellos estuvieran sufriendo. Y aún cuando aquel pequeño niño ya no quería levantarse por el hambre y sueño tomó el micrófono y por primera vez habló con él.
—Piensa en tres razones, esas tres razones te mantendrán vivo, te prometo que muy pronto saldrás de aquí.
—¿Me lo prometes? —Una voz delicada escucho.
—Te lo prometo...
Y fue así como tomó el valor para hacer esa llamada anónima y salvarlos aunque eso significará que su vida se convirtiera en un infierno poco después.
Así era como Ryoken abría sus ojos al escuchar la alarma de su celular. Había soñado con ese momento otra vez. Diez años habían pasado, justo ahora tenía dieciocho años, tenía la edad necesaria para vivir sólo, aunque eso lo hacía desde hace tiempo.
Suspirando se sentó en su cama para ver la hora. Sin embargo, el recuerdo de aquellos ojos esmeraldas brillando con tanta intensidad volvieron a su mente, aquel pequeño niño que logró salvar aún estaba presente en él.
—¿Qué será de él?
Y con ese pensamiento salió de su cama a iniciar su día. Tal vez Ryoken nunca llegó a imaginar que muy pronto volvería a encontrarse con alguien especial.
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Sin llegar a creerlo
FanfictionKogami Ryoken recuerda la primera vez que vio a ese niño de ojos verdes. Nunca llegó a imaginar que después de diez años volvería a ver ese niño como su enemigo o tal vez como algo más al descubrir su error. Una sorpresa que le hará abrir más sus oj...