Dieciocho

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Dilo otra vez —Pedía Ryoken mientras besaba las mejillas de la menor. Habían dejado de estar sentados en la cama, ahora se encontraban acostados, Yusaku debajo y Ryoken arriba, con sus brazos soportaba su propio peso para no aplastar a la chica y tener más contacto con sus pechos—. Quiero escucharte decirlo una vez más.

Te amo Ryoken —Dijo un tanto tímida—. ¿Y tú?

Ryoken sonrió con ternura, en todo ese tiempo que le había pedido a la chica volver a decir aquellas tres palabras, nunca le respondió como se debía, si que esa chica lo idiotizaba pero que podía hacer más que dejarse ser un idiota por ella, acaricio las mejillas de Yusaku, esta cerró un tanto tímida los ojos. Tanto contacto la estaba poniendo nerviosa a pesar de que había estado preparándose mentalmente para esa noche. Como había dicho, odiaba el contacto humano pero curiosamente con Ryoken no fue así, tal vez fue aquello lo que le inspiró a hacer eso.

Te amo Yusaku y siempre te amaré —Besaba su mano, sus dedos se enlazaron con timidez, vio de reojo como la chica sonreía, si, esas eran las palabras que ella quería escuchar después de su confesión—. Nunca lo olvides y nunca lo dudes, aún cuando exista algo que nos separe —Alzó una de sus manos para que tocará su pecho, justo donde se encontraba su corazón—. Tú siempre ocuparas un lugar especial aquí ¿Estás segura de esto? No quiero lastimarte.

Lo estoy sólo que —Miro a otro lado—. Se que soy menor pero el amor que siento por ti es tan grande que se que estoy lista para todo y olvidar todo con respecto a lo que nos separa —Sonrió tan angelicalmente—. Quiero hace esto sólo contigo Ryoken, quiero que me ames y yo amarte así.

No solamente estaba entregando sus sentimientos esa noche, también entregaría su pureza, entregaría su inocencia, su amor, su cariño a él. Claro que se sentia especial, daba igual lo que los separaba, había dejado de pensar en tantas cosas cliché que ahora sólo podía pensar en una sola cosa, lo que los unía ahora. Habían unido ya su confianza contando cada uno sobre su pasado y lo habían aceptado con buenos ojos; sus sentimientos estaban siendo uno solo, sus corazones empezaban a ser enlazados y pronto sus cuerpos al igual que sus manos, buscarían el otro como consuelo, buscarían al otro como aquel pequeño hogar que siempre necesitaron.

Volvió a mirar con atención a Yusaku, sus mejillas rojas y sus labios levemente hinchados, sus ojos esmeraldas brillando con intensidad, su respiración agitada y su cabello, ya suelto, esparcido por la almohada. Sus manos apretando levemente su pecho y sus piernas cerradas con un poco de nerviosismo. Era muy claro que se veía nerviosa, tenía que estar seguro que ella lo estaba haciendo porque quería y no porque lo veía como una obligación, tenía que ser porque era un acto de amor, un amor puro.

Te amo Yusaku —Volvió a decir, acaricio su mejilla—. No importa si no estas lista ahora, puedo esperarte el tiempo que sea necesario para hacer esto.

No Ryoken —Negó divertida—. Quiero hacerlo porque te amo, no porque me siento obligada, si no porque realmente quiero sentirte, quiero ser la única que siempre estará contigo —Le miro con un poco de pena, pareciera que había leído sus pensamientos—. ¿Acaso tú no?

Te dije que te amo y lo diré cuántas veces sea necesario —Beso rápido sus labios—. Si tú estas segura entonces yo también, lo que menos quiero es causarte daño, lo que menos quiero es que te alejes de mi, no quiero perderte por algo más que sólo una calentura.

Tú nunca me causarias daño y esto no es calentura, es algo que los seres humanos llaman amor, pasión, cariño —Sonrió, subió su mano y acaricio la mejilla de Ryoken—. Te amo Ryoken.

Sin llegar a creerloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora