Seis

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Kusanagi miraba con extrañeza a Yusaku. Era normal que ella, al menos cuando atendía a la clientela, estuviera con una sonrisa en su rostro, sin embargo, la sonrisa que tenía ese día no era de aquellas falsas que ella daba, era una sonrisa que podía decir, literal, deslumbraba. Incluso se sorprendía de la amabilidad de la misma y de las pequeñas risas que solía soltar cuando sus clientes le contaban sobre algo.

Vaya que tenía un gran cambio desde que empezó a salir con Ryoken. Claro, él como buen adulto responsable lo sabía, Yusaku se lo había contado el día que llegó un poco tarde a la casa, su felicidad era muy notoria y para que negarlo, le rodeaba un aura rosa con muchas cosas cursis cada que se hablaba de él. ¿Cómo regañar a una adolescente que siempre luchaba por su felicidad? Bueno, no tenía otra palabra que decir más que la apoyaba plenamente en las decisiones que ella tomará y que él estaría ahí para ella por si sucedía algo malo.

No pudo evitar soltar una risa al ver el rostro asustado de los clientes, Ryoken les miraba de mala manera pero cuando volteaba Yusaku, fingia que hacía su tarea y sólo la saludaba cuando ella se le quedaba observando.

Hasta ese punto se sentía como el hermano mayor que siempre fue, realmente cuidaba bien de Yusaku y así sería hasta que la chica decidiera más adelante.

¡Hey Yu! —Kusanagi le gritó para mostrarle el plato de comida—. Es hora de tu descanso.

¡Ya voy! —Gritó la nombrada.

Vio a la chica caminar y quitarse el delantal en el proceso. Se acomodó su coleta alta y sólo dejo colgando en su brazo el delantal. Kusanagi no pudo evitar soltar una risa, ahora se veía más femenina que días y años pasados. Estaba bien para él, al final en cuenta, aún era una mujer que le tendría que gustar vestirse para alguien que ella quisiera.

Dile a Ryoken que deje de estudiar y que coma un poco —Kusanagi le guiño el ojo, Yusaku se sonrojo—. Es importante comer y prestarle atención a su novia.

¡Kusanagi-san! —La chica gritó sonrojada.

Mejor vayan a comer o se enfriara.

Yusaku tomó el plato de dos perritos calientes como las dos bebidas que le había ofrecido. La vio caminar a una mesa un poco alejada donde se veía a Ryoken con una laptop en la mesa. Cuando la chica llegó, lo dejo a un lado y le ayudo con las bebidas, pronto los vio ambos sentarse y comer con una sonrisa.

La adolescencia... —Fue lo único que susurró Kusanagi antes de que le interrumpieran con una nueva orden.

Sin duda apoyaría a "Yu-chan" en su nueva felicidad.

.o.

Yusaku no podía evitar aquel sentimiento llamado felicidad que le inundaba. Incluso se sorprendió de la amabilidad con la que trató a los clientes, siempre era amable con ellos pero hoy al parecer se excedió un poco más que varios se lo hicieron notar. Aunque era un poco raro que después los clientes la miraran un poco raro y más si se trataba lo que estaba detrás de ella. Cuando ella volteaba veía a Ryoken haciendo su tarea en la laptop y cuando sus miradas chocaban, bueno, el la saludaba. ¿Acaso había otra cosa mala detrás de ella? Olvidó aquello cuando atendía a los clientes.

¡Como no estar feliz cuando tenías a alguien con quien compartir momentos! Sólo habían pasado unos cuantos días desde aquello, desde el día en donde aquel tranquilo parque ambos empezaron a salir y realmente se sorprendió del gran cambio en su rutina. Una gran sonrisa apareció en ella cuando Ryoken la acompaño hasta su casa, por lo ya tarde que ya era en ese día, y antes de despedirse, el chico volvió a darle un beso en la frente. Se despidió con una sonrisa y aunque no quisiera, le costó separar sus manos, era como si habían sido pegadas como los imanes.

Sin llegar a creerloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora