Diecisiete

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Yusaku jugaba un poco con el agua de la piscina con sus pies, estaba un poco nerviosa por lo que esa noche tenía pensado decirle a Ryoken, sentía como su corazón quería salir de su pecho y confesarle de una vez pero quería esperar a que el momento se diera. En fin quería tener una tranquila noche, su vista bajo a como vestía con su ya un tanto vieja chamarra oscura cubriendo un poco su cuerpo, decidió amarrar su cabello en una coleta alta, claro, dejando su flequillo suelto y su traje de baño debajo de este, estaba un tanto nerviosa porque nunca se lo había puesto hasta ese día, agradecía aquella salida con Aoi donde fueron al centro comercial y a petición de la chica, ella se habia comprado ese, una; porque le recordaba a cierto enemigo el cual admiraba, dos; porque era el único que al probarse se sentía cómoda y tres; porque le parecía lindo.

Había pasado por tantas cosas en esos días que realmente se merecía ese pequeño descanso lejos de Vrains, lejos de la estúpida AI y lejos de toda esa guerra. Era la calma antes de la tormenta, antes de entrar a esa guerra cibernética y luchar por su pasado como el de algunas personas que podrían salir heridas y aún así se creía que no era una heroína. Saldría viva de esa guerra y después, desaparecería Playmaker, así como apareció, así sólo se iría, sólo sería un recuerdo más en el pasado. Así ella podría ser feliz con todo resuelto y al lado de él.

Antes de tomarle aquella foto a Ryoken y prácticamente huir para guardarla en su carpeta de fotos llamada "Sólo Ryoken" la cual a parte de estar guardada en la galería de su celular, tenía un respaldo en varios servidores mundiales, había recibido un mensaje de Kusanagi diciendo que iba a patrullar tranquilo por Link Vrains en busca de alguna información. Sólo realmente esperaba que no se metiera en problemas, no ahora que había dejado a AI a su lado.

Volteó al cielo, ciertamente se veía hermoso la vida nocturna. Las adorables estrellas, la gran luna, la calidez del ambiente y lo arrullador que podía llegar a ser el mismo aire. Sonrió, todo aquello se sentía bien, hace tiempo que no tenía una noche tranquila como esa. Miro la gran mansión que se encontraba a su lado, era hermosa, si desde abajo se veía enorme, ahora que estaba más cerca se veía que era inmensa. Tal vez después le podría preguntar a Ryoken el porque paso lento en el carro y como es que no dejaba de mirar aquel lugar.

Es hermoso ¿No?

Volteo a su lado para ver a Ryoken, había llegado con una chamarra blanca abierta del pecho y solo un short cubriendo hasta casi sus rodillas. Yusaku se sonrojo, sin duda tenía buen cuerpo, aquellos músculos marcados de su pecho y abdomen, se notaba que el chico hacia un poco de ejercicio. Tuvo que mirar a otro lado y borrar todo tipo de pensamientos que se le había ocurrido. Escucho como el agua se movía y este había tomado su mano. De reojo lo miro, estaba ahí a su lado, mirando un tanto perdido el cielo con una sonrisa triste. Sus pies se movían con tranquilidad en el agua.

Si es hermoso —Respondió—. Hace tiempo hubiera creido que nunca iba a merecer ver algo así.

Ambos guardaron silencio. Ryoken no sabía por donde empezar, no podía revelar quien era si no quería alejar a la chica de su lado y más con la guerra cibernética, no quería asustarla pero tampoco le quería mentir. Así que sólo suspiro, se trataría de una verdad un tanto disfrazada.

Cuando era pequeño y cuando mi padre como mis hermanos se iban en la noche a trabajar —Empezó a narrar—. Yo me quedaba sólo en la casa, solía aprovechar estos días para salir a nadar un poco en la piscina y mirar el cielo —Alzó su mano libre y después sólo la bajo—. Se sentía como si nadaba en el espacio y que en cualquier momento podría tocar las estrellas, incluso cuando sólo se veía el fenómeno de este lado de la costa, era lo único que me ayudaba en mis decisiones del futuro —Miró a Yusaku—. Algo infantil ¿No?

Sin llegar a creerloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora