La campana había sonado, las clases habían finalizado por ese día y los estudiantes salían de sus salones a la salida o a sus respectivos clubs. Algunos excepto uno, un chico de cabello blanco salía con su mochila colgando del hombro. Sin amigos a su lado con quien hablar, suspiró, desde aquel día en el que su vida se convirtió en un infierno no había podido hacer un amigo. Realmente no quería meter alguien más a su vida.
Volvió a suspirar, era normal para él suspirar varias veces en el día. Miro su muñeca izquierda para encontrar su disco de duelos, era prácticamente una muñequera pero con un pequeño monitor circular. Al momento de presionarlo vio la hora, veía algunas notificaciones de algunas redes sociales como el correo que le había llegado de sus recientes clases, lamentablemente no estaba prestando atención cuando sintió como chocaba con alguien y por consecuente había caído al piso de sentón.
Iba a quejarse cuando escucho el quejido de una suave voz. Al levantar su mirada se dio cuenta de una hermosa chica cerca de él. Miro con atención su uniforme, era de un nivel escolar menor. Siguió mirando hasta subir a su extraño cabello bicolor, su largo cabello azul y su flequillo del mismo color con algunos rayos rosas. De alguna manera sentía que había visto a esa misma cabellera antes.
Cuando aquella chica alzó su rostro vio esos hermosos ojos esmeraldas brillando. Prácticamente quedó mudo al verla, sin duda esa chica que chocó era linda.
—Lo lamentó, fue mi culpa por no darme cuenta —Volvio a escuchar su suave voz—. Iba tan apurada que no me di cuenta.
—Descuida, fue parte mi culpa por ir distraída —Ryoken se levantó rápido y ayudó a la chica brindando su mano—. ¿Estás bien?
—Si, estoy bien —Con un poco de pena aquella chica acepto su mano—. Disculpa, necesito irme.
—Adelante y ten cuidado de no chocar con alguien más —Bromeó Ryoken.
—No creo que se repita esto superior —Hizo una pequeña reverencia y lo volvió a mirar—. ¡Hasta luego!
Y fue así como la chica salió corriendo a dirección contraria. Soltó una leve carcajada hasta que volvió a mirar al piso, un cuaderno se encontraba ahí. Cuando lo tomó, volteó a su espalda, esa chica había corrido tan rápido que la había perdido de vista. Suspiro, no podia dejar el cuaderno ahí, sólo se levanto junto con él.
Siguió con su camino abriendo el cuaderno, era de mala educación ver un cuaderno de una chica pero al menos quería saber si había algún indicio de como encontrarla. Encontró los apuntes muy bien escritos y acomodados para un buen entendimiento, una linda letra, muy bien ilustrado y utilizando varios colores de plumas le daba el toque lindo.
—Esa chica debe ser muy lista —Susurró. Al llegar al final del cuaderno se dio cuenta de algunos garabatos, entre ellos unas letras—. ¿Fujiki? Donde he escuchado eso antes.
Su mente no dio para más. Sería bueno entregarle el cuaderno a esa chica al día siguiente, claro si tenía suerte de verla pasar por ahí otra vez.
Su día transcurrió con normalidad. Ir a la biblioteca hacer su tarea y demás investigaciones, ver si en el camino volvía a encontrarse con esa chica, comprar un poco de comida y al final llegar a su casa. Se dirigió a la cocina para recalentar la comida, aunque no se había enfriado demasiado la comida para Ryoken le gustaba volver a calentar lo que compró para comer. Mientras esperaba a que la campana del horno de microondas sonará, decidió monitorear a su padre.
El ritmo cardíaco estaba bien, aunque su cuerpo se veía deteriorado y prácticamente la piel se pegaba a sus huesos, las vitaminas que recibía de la intravenosa le ayudaba a seguir viviendo, al menos para alargar un poco más su vida. Tomó su mano con angustia, las lágrimas salían de su rostro, el dolor y sufrimiento de ver que su padre estuviera en esas condiciones era realmente doloroso. No quería quedarse sólo, no soportaría perder a la única persona que le hacía poner los pies en la tierra.
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Sin llegar a creerlo
FanfictionKogami Ryoken recuerda la primera vez que vio a ese niño de ojos verdes. Nunca llegó a imaginar que después de diez años volvería a ver ese niño como su enemigo o tal vez como algo más al descubrir su error. Una sorpresa que le hará abrir más sus oj...