—Un futuro juntos, porque me decidí que quiero estar siempre a tu lado.
Ryoken guardo silencio a lo que Yusaku había dicho. No quería aceptarlo pero esa pequeña promesa hizo que su corazón saltará desesperado y que tuviera unas inmensas ganas de abrazarla y besarla con profunda desesperación, con aquella misma necesidad con la que fue su primer beso. Si fuera posible, la hubiera cargado a su cuarto y le volvería a demostrar cuanto la amaba en ese mismo lugar, le haría entender porque su corazón aún la seguía amando aún cuando había resultado herido, le pediría de esa forma que dejará de buscar aquella venganza y así ser felices los tres pero por el respeto a su padre y por haber regresado a la realidad después de escuchar como la puerta de la casa se abría, prefirió darse la vuelta y luchar contra sus instintos.
Subía su mano a su collar. Tantos momentos que pasó con esa chiquilla, pensando que su destino ya estaba unido desde hace diez años, realmente era imposible romper todo tipo de cadenas que los enlazaba. Era difícil romper aquellos sentimientos que los unía, era fuerte el amor y el cariño que sentían, tanto que su corazón seguía golpeando su pecho, había dejado de escuchar su mente, quería seguir lo que su corazón le ordenaba.
Yusaku se mantenía en su postura y al mismo tiempo decidía que no iba a mentir más, seguía acariciando el collar, era de esas promesas antiguas las cuales, el corazón y un simple recuerdo, eran la llave de la promesa y no importará el tiempo que pasará, la promesa estaría ahí hasta que fuera cumplida. Ahora entendía que lo peor de sus acciones siempre fueron las mentiras y el egoísmo, aunque siendo sinceros, no era su culpa, siempre estuvo sola y tuvo que crear esa personalidad para protegerse pero ahora con Ryoken a su lado, se dio cuenta de muchas cosas, que siempre existía un roto para un descosido, él era lo que todo ese tiempo buscaba y anhelaba. De los errores que cometía y del engaño en el que siempre estuvo viviendo. Fue Ryoken quien le hizo abrir los ojos y darse cuenta de las cosas que se obligaba a no admirar, las cosas que se perdía, el amor y el cariño era de una esas.
Si, era doloroso aquella cruel verdad pero era mejor así que haberlo sabido por terceras personas que sólo corromperian ese cariño que se cultivó desde hace años. Yusaku no tenía palabras al descubrir de quien se trataba su enemigo, del hombre al que ama. De la persona que le entregó dulces momentos y cariñosas caricias. Era imposible reemplazar ese tiempo a la verdad. Fue que pensó que las mentiras en algunas ocasiones eran buenas. Volvió a recordar aquellas palabras que compartieron hace unos días en la cama.
Después de darse cuenta de su pequeño error. Vio como Ryoken le pedía perdón por no darse cuenta de su situación y que en cambio, lo debería estar odiando en caso de que los resultados salgan positivos dentro de dos semanas.
—Yusaku, no lo hagas, te lo pido por favor pero no lo hagas, no entres a ese lugar —Salió de sus pensamientos cuando le escucho implorar. Su voz estaba más que rota—. Odiame si eso resuelve todo, deja de hablarme o haz lo que quieras pero por favor, no lo hagas, no te arriesgues a todo ese peligro.
—No puedo odiarte Ryoken —Sonrió al mismo tiempo que caminaba para acompañarlo—. Nunca podré llegar a odiarte, te lo dije ese día y te lo volveré a decir, aún cuando tenga motivos para odiarte, no lo haré porque recordaré los motivos por los que te amo.
Y justo ahora que sabía la verdad detrás de aquellas acciones, sus pensanientos egoístas ya no serían su prioridad, al menos, ya no tenía intenciones de mentirle a su chico de cabellos blancos y hermosos ojos celestes. Iba acercarse a tomar la mano de Ryoken, enlazar sus dedos y sentir aquella calidez para olvidar todo lo que sucedía en esos momentos cuando escucho un grito. Volteó a sus espaldas, el tiempo había pasado y Kusanagi la estaba buscando. Había decidido entrar a la casa y junto con su disco de duelos, podía escuchar también a esa molesta IA.
ESTÁS LEYENDO
Sin llegar a creerlo
FanfictionKogami Ryoken recuerda la primera vez que vio a ese niño de ojos verdes. Nunca llegó a imaginar que después de diez años volvería a ver ese niño como su enemigo o tal vez como algo más al descubrir su error. Una sorpresa que le hará abrir más sus oj...