Ocho

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Yusaku se había despertado al sentir un peso extra cerca de su pecho. Al abrir sus ojos se fijó de lo tarde que era gracias al pequeño reloj que estaba en su mueble. Tenía suerte que era fin de semana, el club no tendría actividades, y aunque tuviera no iría. Y no tenía que entrar a VRAINS a menos que fuera necesario. Aunque contando con la flojera que ahora despertaba, realmente no creía necesaria todas esas actividades importantes. Quería seguir durmiendo sintiendo aquella calidez a su espalda.

¿Al fin estas despierta Yusaku-sama? —Escuchó aquella lA hablar.

Supongo que si —Bostezo un poco, se acurruco más en su cama casi enterrando el rostro en la almohada—. ¿Qué sucedió?

¿Acaso olvidó que tuvo una pesadilla y Ryoken se quedó a dormir contigo? —Dijo en burla—. Creo pudo hacer algo en la noche y no hubieras recordado o peor, ni siquiera hubieras sentido.

¿Eh? —Tan rápido se le había quitado el sueño.

Si, Ryoken se quedó a dormir a petición tuya —Volvió a recordar la molesta IA.

Gracias a ello empezó a recordar. Recuerda a Ryoken llegar a su cuarto con una taza de té, la cual sabía que había preparado Kusanagi, lo recuerda cuando cerró la puerta con seguro y de un momento a otro la había encerrado entre su cuerpo y el colchón. El como lloró frente a él y buscaba consuelo, su dulce fragancia, la suavidad de sus manos y la calidez desprendida de Ryoken causó que ella se quedara dormida entre sus brazos.

Su rostro enrojecio, miro atrás y ahí se encontraba dormido con mucha paz, su rostro muy cerca del suyo con el ceño levemente fruncido. Uno de sus brazos se encontraba en su cintura y el otro en sus pechos. Por último, sus piernas estaban entrelazadas, prácticamente estaba inmóvil. Quería moverse y despertarlo en el proceso pero verlo tan tranquilo durmiendo hizo que se tragara aquel grito y que sólo se quedara observando.

¿Qué podía hacer para no despertarlo? Decidió permanecer en su posición, suspirar y tomar su celular, ahora que estaba despierta y no sabía si iba dormir al menos podría leer algunos mangas como demás documentos o seguir viendo el anime que hace unas semanas había empezado a seguir.

Una suave brisa moviendo sus blancos cabellos. Una sonrisa en su rostro, la tranquilidad de su corazón le permitía caminar descalzo por la suave arena cerca del mar, sintiendo el frío de la cristalina agua. La mansión familiar se veía por arriba del acantilado. Una sonrisa apareciendo en su rostro.

¿Acaso era posible tanta paz? Ni el mismo lo creía.

Todo se oscurecio. Una luz apareció sobre Ryoken donde soltaba amargas lágrimas mientras entre sus brazos aquella adorable chica que todo ese tiempo había estado a su lado, con el aparato de realidad virtual cubriendo sus ojos, su cuerpo se veía magullado, se veía desgastada, delgada. El gran monitor frente a él decía que ya no tenía ritmo cardíaco. Todo había sido demasiado tarde.

Su voz no salía de su garganta. Los gritos de dolor se atoraban, el quisiera estar realmente como esos niños, como aquella adorable chica. Muerto.

Yusaku sentía como se movía Ryoken a sus espaldas. Volteó un poco curiosa para encontrar su húmedo rostro, los labios levemente apretados al igual que la nariz fruncida. Se soltó del agarre de su cuerpo para girar y tomarlo del rostro. Le acariciaba las mejillas en espera de que él despertara, estaba por gritarle y darle una buena bofetada hasta que vio como abría de golpe los ojos, como su respiración se convertía en algo errática y tomaba con desesperación sus pequeñas manos.

¿Estás bien? —Yusaku preguntó preocupada.

¿Eres Yusaku? ¿Cierto?

¿Quién más creerias que soy? —Preguntó molesta.

Sin llegar a creerloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora