Para Aso, fue difícil conseguir información de Fujiki Yusaku. La chica había sido muy hábil escondiendo muchas cosas y sólo dejando los temas de importancia para utilizarlo en documentos oficiales. Se había enterado que ella había escapado de la casa de sus padres pero estos no pusieron denuncia alguna y sólo dijeron que ella se había ido con un familiar tras algunos sucesos del pasado, dirección que no aparece en los registros. En su historial de vida, aún tenía marcado aquel suceso de que había sido secuestrada hace diez años y el tiempo que pasó en los hospitales como sus constantes visitas a la clínica psiquiátrica dónde él trabajaba.
Se dio cuenta del lugar donde ella era origen y había llegado a Den City a estudiar en la escuela que Ryoken le había dicho. Incluso entró en el reporte académico, la chica tenía notas excelentes, era un tanto desastrosa en Deportes y se esforzaba por sacar buenas notas en Literatura. Pero se impresiono de las muy buenas notas que tenía en Informática y Matemáticas al igual como las demás materias que se impartian en aquella escuela. Incluso se decía que la chica sabía varios idiomas, claro; que la chica no había querido compartir la cantidad. Era una gran lista de pros que de contras; sólo que la única queja de sus maestros era que es muy callada y no se relacionaba fácilmente con sus compañeros.
Realmente era sorprendente. ¿Cómo es que no se habían dado cuenta de una chica tan inteligente como ella? No podía entenderlo. Miro su celular en su escritorio, había estado llamando a Ryoken desde esa mañana pero este no había respondido el teléfono. Todos aún seguían un poco dolidos por el final que tuvieron tanto Vyra como Gerome. Ellos habían sido sus amigos desde la escuela media, compañeros de clase y de laboratorio cuando crecieron. Taki Kyoko era algo más para él, decir que la quería era poco con lo que realmente sentía.
Suspiró. No podía mostrarle aquella información a Ryoken, primero estaba su padre el cual empezaba a caer más y ahora el secreto de aquella chiquilla que le devolvió la sonrisa a su pequeño hermano y no quería destruirlo más. Pasó sus manos por su rostro en signo de frustración. Miro por un rato aquella información antes de guardarla en una pequeña SD.
-¿Le sucede algo doctor Aso?
Alzó la mirada para encontrarse con él, aquel muchacho de la edad de Yusaku, de cabello plateado y ojos azules, alias Spectre, aquel niño que también estuvo en el experimento Lost. Entraba a su oficina con una charola, una tetera elegante y dos tazas. Desde que ese niño había llegado junto con Ryoken hace diez años, Aso lo adoptó como su hijo, le caía muy bien el muchacho a pesar de que podía tener una lengua de doble filo, era muy peligroso con las palabras y las acciones.
-Si pudieras decidir entre la felicidad de Ryoken o su miseria misma ¿Qué harías? -Le preguntó.
-Dependiendo de cual sea la miseria que cargaria -Reflexionó el muchacho-. Si es importante entonces no hay porque dudar pero si es algo que aún se puede mantener oculto, entonces sólo hay que hacer de la vista gorda ¿Porqué lo pregunta?
-Tengo información que a Ryoken le podría interesar pero también lo podría destruir -Suspiró-. No quiero verlo caer de rodillas por esto pero tampoco quiero que se ilusione de más.
Los dos guardaron silencio. Observó como el muchacho servía café en las tazas blancas. No tenia de otra más que convencer a esa chiquilla que le diera el Ignis si no quería que Ryoken saliera herido, aunque eso significaba revelar la identidad de todos. Estaba en un gran dilema. Y si la chiquilla fuera quejándose con Ryoken acerca de que la estaba acosando, tampoco quería saber que pasaría, no quería perder la confianza de su hermanito.
-¿Es algo tan importante? -Preguntó Spectre con la taza en sus labios.
-Lo es -Suspiró Aso. Cuando vio en el monitor que los datos habían sido copiados la desconecto y guardo en una pequeña cajita transparente-. Quiero que guardes esta información -Le tendió la cajita con la tarjeta.
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Sin llegar a creerlo
FanfictionKogami Ryoken recuerda la primera vez que vio a ese niño de ojos verdes. Nunca llegó a imaginar que después de diez años volvería a ver ese niño como su enemigo o tal vez como algo más al descubrir su error. Una sorpresa que le hará abrir más sus oj...