El amor era cruel y doloroso. Era aquel cariño que te cegaba y te hacía caer en mentiras que sólo te rompería más. Ahora, Ryoken podía entender todos aquellos dichos que decían del porque el amor siempre era el único que aparte de darte una infinita felicidad, también te daba una dolorosa destrucción y miseria. Después de un rato se tranquilizó, miro sus nudillos rojos y todo su cuarto en desorden. Ya no le quedaba nada, aquel experimento pronto acabaría, su padre se iría para siempre y su mente estaría atrapada en la Torre Hanoi, claro; si las cosas acabarán como lo planearon.
Suspiró derrotado. Tanto amor y cariño que le había entregado a esa chiquilla, ya no sabía en que se había transformado al final. No sabía que sentimientos podia tener una vez que aquella dolorosa mentida había sido descubierta. ¿Felicidad? ¿Frustración?
Realmente, ya no sabía donde poner el corazón. Era la misma chiquilla que había protegido desde niña, que le había ayudado a pensar más allá de aquellas paredes y le había dado más oportunidades; Tres razones para seguir con vida, le había dado esperanza. Diez años pasaron y esa esperanza se convirtió en amor y cariño inmediatamente, aquellos hilos perdidos volvían a juntarse y todo tenía al fin una relación. Se había enamorado de ella incluso cuando eran niños, su corazón ya le pertenecía. Soltó una risita triste, tantas cosas compartidas, tantos besos y caricias que sus manos y su cuerpo nunca olvidarán, ahora sólo realmente hubiera querido saber esa mentira desde antes y detener el tiempo para evitar salir lastimado.
Ahora ya era demasiado tarde. Ya no le quedaba nada.
—Es doloroso —Susurró—. Soy un completo idiota —Sus manos subieron a la altura de su pecho y estrujo su playera—. Pero esto no significa que mis planes cambiarán —Su mirada cambió—. Seguiré con el plan hasta el fin, si puedo hacerla cambiar de opinión lo haré, si no, entonces los dos quedaremos atrapados y ella nunca sabrá la verdad de las mentiras.
Se levantó decidido. Ya no le importaba nada. Volvió acostarse en su cama e iniciar sesión. Revolver era aquel avatar que no mostraba sus emociones por muy grandes o pequeñas que sean, Revolver fue creado a como el hubiera querido ser, alguien frío y que sólo le importa sus ambiciones. Había escuchado que muchos cambiaban su personalidad cuando entraban a Link Vrains, para el había sido una tontería al principio pero ahora, todo sonaba tan real. Revolver era esa representación y ahora entendía que Yusaku también tenía esa representación con Playmaker.
Ambos cambiaban y buscaban a su manera su futuro, buscaban llenar ese gran vacío que con los años era más grande y que era imposible llenarlo con algo, creía que ese dulce amor lo haría pero una vez más, se equivocó. Y aunque se tenían el uno al otro, ahora sabía que ese vacío se quedaría así para siempre. Era algo que ya no podría ser, era un futuro que se convertiría en imposible y que sólo les deparaba un sólo final. La derrota.
Poco le importó que el entonces Jefe de seguridad le pidiera unirse a espaldas de SOL. Ya no le importaban las demás personas, incluso su propio bienestar lo pondría a un lado, ya no importaba. Ahora sólo sabía que continuaría, que acabaría con sus enemigos, incluso si entre ellos era Yusaku, Playmaker era un rival difícil de derrotar. Pero lo haría, le demostraría el dolor en su pecho y así al fin acabaría con ella.
Salió de escena en lo que Spectre se encargaba de ese tipo. Ahora sólo continuaría.
—Incluso si tengo que acabar contigo —Murmuró—. Lo haré por el bienestar del futuro, un futuro no podrá ser creado aquí.
Tecleo algunas cosas frente al monitor. A sus espaldas, Kogami Kiyoshi se encontraba ahí. Había escuchado a su hijo hablar, el remordimiento lo había empezado a invadir. Ahora se debatía si era correcto aquel plan, realmente había sido un estúpido, puso primero el futuro de la humanidad antes que el futuro de su hijo. Ahora este quedaría marcado por la tragedia y el dolor de haber perdido todo lo que una vez amo. No se merecía ser padre, no se merecía seguir con vida.
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Sin llegar a creerlo
ФанфикKogami Ryoken recuerda la primera vez que vio a ese niño de ojos verdes. Nunca llegó a imaginar que después de diez años volvería a ver ese niño como su enemigo o tal vez como algo más al descubrir su error. Una sorpresa que le hará abrir más sus oj...