Capítulo 4: El desconocido

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                                                                           ▲2 Años atrás▼

-Era una noche fría, oscura y lluviosa, las calles de Londres se encontraban desiertas. Me encontraba caminando a paso lento por la acera, el silencio gobernaba aquellas calles; hace un par de minutos había terminado mi turno en el bar y me dirigí hacia mi departamento, me encontraba sumergida en mis pensamientos, pero toda esa tranquilidad cambio a una de alerta al oír un gruñido que provenía de un callejón desolado; no sé si en ese momento mi cerebro rechazó la posibilidad de que sea algo peligroso, pero sin dudarlo comencé a acercarme a paso seguro hacia aquellos gruñidos- ¿Hola?.

-...

-Al adentrarme más al callejón logre visualizar una silueta, la cual se encontraba contra la pared de uno de los edificios; sin darle más vueltas a la situación comencé a caminar nuevamente pero esta vez hacia donde se encontraba aquella silueta, al avanzar más noté como la silueta comenzaba a moverse.

-Por favor... ayúdame- su voz sonaba ronca y apagada, como si se hubiese cansado de gritar por ayuda.

-Oye amigo, ¿te encuentras bien?- me puse en cuclillas delante de él y coloqué mi mano en su frente.

-Por favor... ayúdame.

-Tu frente está hirviendo, llamaré a una ambulancia- retire mi mano de su frente y velozmente comencé a rebuscar entre mis bolsillos tratando de agarrar mi teléfono.

-¡No! solo... ayúdame a pararme- con todas sus fuerzas levantó una de sus manos e intentó parar mis movimientos.

-De acuerdo- rápidamente separe mis manos de las suyas y las dirigí a su antebrazo para ayudarlo a pararse, pero al levantarse él dio un grito de dolor.

-¡DIABLOS!- fue lo único que salió de sus labios.

-¡¿Qué sucede?! ¿Te encuentras bien?- la angustia invadió todo mi cuerpo al escuchar su queja.

-Sí, sólo me lastimé un poco el abdomen... eso es todo- me pareció muy dulce y muy idiota a la vez su manera de tranquilizarme.

-Cuidadosamente coloque mi mano en su abdomen, pero al hacer eso él nuevamente se quejó y al instante sentí mi mano mojada, sé que estaba lloviendo pero mi instinto me decía que eso no era agua, entonces me aleje un poco y con la ayuda de la luz de la luna logré levemente visualizar que un líquido rojo cubría mi mano derecha.

-Tranquila, no es nada- a duras penas podía pronunciar aquellas palabras y mantenerse de pie por sí solo.

-Oye enserio, voy a llamar a una ambulancia- no podía dejar que siguiera sufriendo, si no me apresuraba en hacer algo probablemente él se desangraría y moriría.

-¡Sin ambulancias!- no podía creer que fuera tan terco.

-De acuerdo, entonces déjame llevarte a mi departamento para poder curar tu herida, para que te cambies de ropa y que puedas bajar esa fiebre- mi objetivo en ese momento era hacer que él aceptara mi ayuda.

-Está bien... vamos- no sé como pero fue un milagro que aceptara.

-Muy bien, déjame ayudarte- lentamente comenzamos a caminar, me era imposible caminar bien ya que él era unos centímetros más alto y recargaba todo su peso en mí... suena loco pero en ese momento me preguntaba qué edad tendría... no se veía mayor de 35... diría que tendría unos 27 o 30 años... como sea, tengo que concentrarme en mantenerlo con vida. Al llegar a mi departamento note que se había cortado la luz, intente encender la linterna de mi teléfono pero este ya se encontraba apagado, tendría que haberlo cargado antes de salir del trabajo, pero por suerte tenía unas velas que alumbrarían un poco la sala, senté al hombre en el sofá y me dirigí rápidamente hacia la cocina para agarrar una vela y posteriormente encenderla, inmediatamente sujete la vela y me dirigí hacia el baño para agarrar el botiquín de primeros auxilios.

Mi detective favorito (Sherlock holmes y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora