Aguantó el gruñido que crecía en su interior y el hormigueo que se creó en su estómago cuando una pequeña ráfaga de aire le hizo llegar un delicioso olor.
Sus ojos viajaron hacia el muchacho, quien parecía tener unos veintitrés años aproximadamente, unos seis años menos que él. Éste tenía su mirada gacha mientras temblaba y movía lentamente sus manos, al parecer el agarre de la soga en sus muñecas eran muy fuertes.
Se encargó de respirar con normalidad cuando la mano de su esposa se posó sobre su hombro, y tuvo que parpadear varias veces para que su visión se aclare.
-Han desobedecido mis reglas al traer a un omega -Comenzó, cortando el silencio abruptamente. Aquél cuerpo pequeño seguía temblando, ocultando su rostro detrás de aquél largo cabello negro.-
-No opuso resistencia alguna, a diferencia de los demás omegas -Aclaró su hermano, quien lo veía parado al igual que todos los demás, esperando que finalmente de elección a tesoros.-
-¡Eso no justifica nada! -Golpeó con su puño el brazo de su asiento. Su gélida mirada azul divagó por cada rostro culposo, dejando que noten su enojo.-
Las grandes manos de Rollo se dirigieron hacia el omega e instantes antes de tocarle, el rugido de su hermano mayor se lo impidió.
-¡No lo toques! -Pareció alterado en el momento en el que abandonó el asiento, pero más bien había sido un impulso de su instinto.- No lo hagas -Bajó la voz, pero sin permitirse tomar su lugar anterior, dejando claro que la advertencia no había sido retirada.-
Los ojos claros de su mujer le buscaron la mirada, esperando que finalmente se digne a verla y calmarse como hacía siempre, pero eso no ocurrió.
Su quijada se mantuvo firme, esperando que las manos de su único hermano retrocedan.
Y así fue. La cercanía entre ambos cuerpos disminuyó.
Para ese entonces ya todos estaban en silencio, viendo cómo el conde había perdido los estribos por aquél sujeto nuevo.
El arrepentimiento pareció golpear al rubio ya que apenas pudo ser consciente de lo que sucedió, dejó sus mejillas coloradas. Agradeció por tener una barba que lo ocultaba un poco.
Queriendo dejar el tema de lado, comenzó a repartir la mercancía, dándole a cada familia que participó un poco de lo que habían conseguido.
Ya entre risas, cantos y gritos, se levantó de su asiento, esperando pasar por desapercibido.
Se dirigió hacia las afueras del cálido lugar, esperando encontrarse con aquél monje o lo que sea. Le encontró parado al lado de un poste, del cual se encontraba atado.
No vio a los otros esclavos y no podía recordar si se habían intercambiado entre los granjeros durante la repartición. Había estado muy distraído.
Se permitió inhalar el frío viento, el cual se coló por sus pulmones acompañado al delicioso olor a rosas y hojas secas que poseía aquél muchacho.
-¿Cómo te llamas? -Preguntó, parándose frente a él, intimidándolo con su notable diferencia de altura y masa corporal.-
El aroma a limón y menta que emanaba naturalmente Ragnar, golpeó de lleno al omega, quien tuvo que cerrar los ojos ante el impacto de sensaciones provocadas.
Ni una palabra salió de su boca, permaneció de pie, sintiendo cómo la rubia barba casi rozaba con su sien.
-¿Qué pasa, te han comido la lengua? -Incitó a que reaccionara, meneando un poco sus caderas hacia el pequeño cuerpo.-
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Mi Alfa Vikingo.
Fiksi PenggemarPRIMER LIBRO. El segundo lo pueden encontrar como "Renacer Vikingo" en mi perfil. Si tener un alfa es difícil, imagínense uno vikingo. Les recomiendo no leer los comentarios si quieren ver la serie "Vikingos" sin spoilers importantes. ACLARO que no...