Capítulo 35.

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Para ese entonces Athelstan se encontraba más que devastado.

El rumor ya había corrido por el pueblo, cosa que no era novedad. En aquél pequeño lugar las malas noticias llegaban más rápido que los ataques de un vikingo furioso.

Trató de mantener la calma cuando la puerta de la habitación fue abierta y aquel olor tan conocido para él invadió todo espacio posible.

No quería voltear y encontrarse con aquella cara de cordero degollado que le traería pena. No.

Él era quien sufría con la situación, no al revés.

Respiró hondo cuando escuchó que los pasos se acercaban e intentó hacerse aún más pequeño en su lugar.

Su brazo fue tomado por la cálida mano de Ragnar y no pudo evitar que las lágrimas cayeran como cascadas.

Se zafó del agarre.

De seguro todo Kattegat estaría riéndose de él. El esclavo idiota que pensó que un hombre como el rey de aquellas tierras podría cambiar.

El mismo imbécil que se había creído las adoraciones que Lothbrok le recitaba por las noches antes de ir a dormir. Realmente había creído que el rubio había separado a su familia simplemente por él.

Pero claro que no era así. Aquél sujeto nunca había sido amante de una sola persona y Athelstan no sentía tener lo necesario como para cambiar aquello.

Fue tomado por su extremidad nuevamente.

Sollozó en alto cuando el mayor se sentó a su lado, aún con su mano sujetando delicadamente su brazo. No quería verle ni sentirle nunca más, de eso estaba seguro en ese momento.

Deseó con todas sus fuerzas que alguno de sus cachorros se despertase y comenzara a llorar como siempre lo hacían, pero al parecer éstos no tenían intensiones de hacer tal cosa. Por lo cual, su excusa para abandonar el borde de la cama estaba destruida.

No quería ser él quien corría de las situaciones ahora, pero su corazón realmente dolía en ese instante como para mantener una conversación fluida.

No tenía la valentía de zafar una vez más del agarre del alfa, pero tampoco quería mantenerse en ese lugar, a su lado.

Sabía que las cosas debían de cambiar. Él no se sentía capaz de poder seguir aquella relación. No quería sufrir más.

Las inmensas ganas de darle su merecido al pagano corrían por sus venas, pero el poco coraje que su cuerpo aún conservaba no se lo permitía.

Era un cobarde, lo había sido toda su vida, pero ahora estaba dispuesto a cambiar eso.

Tenía conocimiento que no podría lograr irse de un día para otro. Que su valentía aún no estaba en su punto más alto, y era en lo que trabajaría a partir de ese momento.

Movió su brazo con fuerza una vez más, soltando un pequeño gruñido al notar que el rubio estaba tratando de tranquilizarlo con su olor.

Pero esta vez no lo lograría. Tanto Athelstan como su lobo estaban de acuerdo que el mayor debía de pagar por absolutamente todo.

No tenía idea de a dónde se iría y mucho menos cuándo. Pero estaba seguro de que sería con sus hijos en sus brazos. No permitiría que el mayor se quedara con ellos, antes muerto.

También sabía que, el rey al darse cuenta de su desaparición y la de sus hijos, pondría a los siete reinos más cercanos en su búsqueda si era necesario.

Ragnar le veía desde su posición, odiándose por lograr que se viera tan vulnerable, una vez más.

Realmente no quería que todo terminara así.

Mi Alfa Vikingo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora