Capítulo 14.

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Todo el pueblo de Kattegat permanecía tranquilo aquella mañana, era el último día en el que Rollo estaría a cargo y Ragnar podría sentarse nuevamente en su trono.

Los vivos recuerdos de los días anteriores vagaban por su mente de un lado a otro, haciéndole saber que, aunque lo intente, no podría olvidarse tan fácilmente de aquellos ojos celestes.

Sus esposas estaban un poco intranquilas en aquél día, no sabía qué les pasaba y éstas tampoco decían mucho.

Al parecer, Rollo había inventado la excusa de que él se había ido a preparar para alguna batalla y quizás era aquello lo que preocupaba a las betas.

Sin dar muchas vueltas al asunto, se dirigió hacia su hermano, quien disfrutaba de las carnes hechas por las sirvientas en el horno de piedra.

Le vio feliz, haciendo uso de su poder temporal, rodeado de omegas hermosas.

Estaba acostumbrado a verlo la mayoría de las veces rodeado de mujeres que lo querían para una sola noche, haciéndole las cosas más fáciles para no tener que sembrar ilusiones.

Él sabía que su hermano detrás de aquella fachada, tenía un gran corazón. Un tiempo atrás había llegado a amar una mujer con locura, pero ésta murió tras un ataque de los guerreros sajones cuando aún dominaba el antiguo conde.

Desde el momento en el que vio a su hermano llorar con el alma destrozada, rogándole a los dioses que le deje encontrarse con su amada una última vez, no volvió a verle con alguien más de manera seria.

Luego de un tiempo, se preguntó si aquella alma que se había ido, en realidad era la destinada de su hermano.

Éste se había visto consumido por el alcohol y casi había perdido todo por unas deudas al conde anterior.

Pero, ahora le veía ahí, con su sonrisa amplia y ojos brillantes, los cuales, si se tomaba el tiempo a estudiarlos, escondían un dolor que no todos podían notar.

Él, siendo su hermano y quien mejor lo conoce, se percataba de aquello, por lo cual, le dejaba fantasear por un momento en sus más fuertes deseos, como por ejemplo, tener el poder sobre un pueblo.

-Y bien, ¿has decidido hacia dónde iremos en el próximo viaje? -Preguntó colocando el codo sobre el brazo de la silla de madera que estaba sentado su hermano menor.-

-París será nuestro objetivo éste verano, mi querido hermano -Dijo sin dar ninguna vuelta, viéndole con aquellos ojos azules con una pizca de verde.-

La decisión no entusiasmó mucho a Ragnar, sabía que aquella era tierra prohibida y aunque nunca había querido conquistarla, tenía conocimiento de lo dificultoso que sería pasar aquellas barreras que tenía la ciudad.

Para tal reto, tendría que contactarse con varios reyes, no importaba la religión de éstos ya que al fin y al cabo, lo que los hacía ricos eran las tierras.

Sabía que, el Rey Aelle, quien antiguamente había sido su enemigo, estaría dispuesto a darle una mano.

El Rey Horik y Jarl Borg también se ofrecerían si la recompensa era buena, además, también contaba con Ecbert.

Con un poco más de entusiasmo, dándose cuenta que con solamente ser un conde tenía a varios reyes de su parte, le sonrió a medias a su hermano.

Quizás no sería tan mala idea querer conquistar París.

Les pidieron a las muchachas presentes que se retiren para poder hablar de la preparación y las embarcaciones. Debían de dar lo máximo de ellos para lograr el cometido.

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