Capítulo 28.

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No ver el vídeo hasta que lo diga en la lectura.

Un quejido salió de sus labios cuando su espalda chocó contra la fría pared de la cabaña.

Habían avisado a Rollo que estarían ocupados esa noche y que su presencia sería fundamental para el cuidado de los niños pero que, si se agotaba, Auslug estaría cerca para ayudarle.

Athelstan le mostró rápidamente dónde yacían los biberones de los bebés y lo que debía de hacer para calentar la leche que él mismo se había extraído aquella mañana.

Pero ahora, la privacidad que le otorgaba aquella cabaña parecía ser la misma de siempre desde que sus encuentros se habían llevado a cabo en ella.

El mismo pequeño cuarto frío les esperaba con ansias para que la temperatura comenzara a ascender.

Manos cálidas y ásperas recorrían el cuerpo del omega en un intento desesperado de quitarle la ropa que llevaba puesta.

Sus bocas eran un par de imanes imposibles de separar en aquél momento y sus lenguas disfrutaban su encuentro pasional.

Los pantalones del pelinegro fueron despojados con brutalidad, haciendo añicos aquella gruesa tela.

Con fuerza fue tomado hasta llegar a la diminuta cama donde fue postrado con delicadeza.

Vio entre la oscuridad, la silueta del gran hombre que yacía sobre él, el cual tenía su frente perlada en sudor y un leve rubor en las mejillas.

El calor que sentía en aquél momento era aún más grande que la excitación ya que, al estar tan cerca del alfa, éste irradiaba alta temperatura.

Notó cómo con una mano el mayor se quitaba el pantalón con rapidez para volver a besarle con necesidad.

No le negaba siquiera un beso ya que intentaba devolverle toda la atención que le brindó cuando él se encontró en celo.

Sus manos fueron a parar a los grandes hombros del vikingo cuando éste mordió con fuerza su cuello, sin ser precisamente el área de la unión.

Sabía que en ese momento lo que el alfa más anhelaba además de poseerlo, era marcar aún más territorio. Era fundamental para él demostrar a todo el que se acercara, que él, su omega, ya tenía dueño.

Su camisa tomó el mismo destino que su pantalón al ser despedazada por el rubio, quien hizo lo mismo con su prenda superior.

Ahora, piel con piel, todo subía a otro nivel.

El lubricante había comenzado a salir desde hacía tiempo logrando que el ambiente tomara aquél característico aroma atractivo para Ragnar y que su raciocinio se nublara aún más.

El lento y caliente recorrido de la lengua del mayor había partido desde su cuello hasta su vientre, donde había abandonado su piel para darle vuelta.

Athelstan colocó su frente en la almohada, dejándose ser por aquél pagano, confiando plenamente en él.

Las piernas del ojiceleste fueron abiertas luego se haber levantado sus caderas con otra almohada que colocó el alfa en su pelvis.

Aquella entrada lo suficientemente lubricada se veía lo bastante preparada para tomarlo y él no podía esperar.

Su mano fue a parar a su grueso miembro que parecía haber aumentado aún más con su celo, acercándolo con lentitud al mejor.

Una vez que su glande se posó en su objetivo, suz grandes manos sujetaron con fuerzas las caderas del menor.

-absolutamente mío -fue lo que dijo un segundo antes de hundirse con rudeza en el omega, quien soltó un quejido.-

Mi Alfa Vikingo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora