Capítulo 38.

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Sentía que cada rey se burlaba de su patética situación, aunque no fuese así realmente.

¿Un rey perdió a su omega? ¡No se había escuchado en años!

¿Qué omega no quisiera estar en la comodidad de una cama real, teniendo a su disponibilidad todo lo que quisiera?

Jarl Borg aseguró que había enviado a sus mejores hombres, y que esperaba nuevas noticias de lo que sucedía en un par de días en lo posible.

Aelle se había tomado el tiempo de enviarle, además de hombres para la búsqueda, suministros de comida, pues éstos tenían la orden de su rey de no volver hasta que el omega y los cachorros fuesen encontrados.

Horik no estaba en su reino cuando los mensajeros llegaron por lo cual no pudo ayudarle.

Él pasó la mañana recibiendo a los hombres, creando un mapa de rastreo e indicándoles las zonas que ya habían recorrido.

Les repasó las reglas de aquél juego de escondidas que había creado su omega. La misma advertencia; si su familia tenía siquiera un rasguño, las manos del culpable serían cortadas.

Estiró levemente sus extremidades cuando vio a las tropas irse en diferentes direcciones, en búsqueda de quienes él atesoraba.

Intranquilo miró hacia el hombre que se mantenía a unos cuantos pasos de distancia, con su postura recta y mirada fija a la nada.

-¿No hay noticias del reino de Lagertha? -Preguntó un tanto extrañado, era uno de los que más cerca estaban y la rubia no había dado señales aún, tampoco el mensajero había vuelto.-

-Negativo su majestad -Contestó éste al mismo tiempo que se giraba para verle.- La reina Lagertha aún no ha respondido a su petición -Esperó que el rey hablase una vez más, pero al no ser así, volvió a su posición anterior.-

¿Tan molesta había quedado Lagertha luego de su bautismo que no era capaz de ayudar en la búsqueda de Athelstan?

Le parecía extraña aquella situación.

Vio a sus dos hijos entrar por la puerta, acompañados de Rollo, quien con su rostro neutro se acercaba a él mientras que los jóvenes se iban con Auslug, quien se había mantenido en la otra esquina del salón, callada.

-Me puedo quedar con los niños si quieres ir tú también a buscarle -Habló por lo bajo, sabiendo que el mayor estaría ardiendo en su interior al estar atado a su pueblo como su deber re rey.- Tendré todo bajo control, como siempre -Animó, no le gustaba ver la mirada angustiada de su único hermano.-

-No sé si sea lo correcto -Masculló agitando su cabeza, su lobo parecía aullar en su interior sin parar y desde que había comenzado el día se encontró reteniendo las lágrimas en sus ojos, las cuales de vez en cuando escapaban pero él se encargaba de limpiarlas rápidamente.- El deber de un rey es proteger a su pueblo -Repitió lo que le habían dicho los pueblerinos hacía unas noches atrás, enfadados por la inútil búsqueda en las que habían estado sometidos.-

-Y el deber de un padre es proteger a su familia -Dijo, tomando asiento en el trono destinado al o la cónyuge del rey, quien en éste momento no era nadie ya que el rey se encontraba divorciado de Lagertha, pero que igualmente Athelstan y Auslug ocupaban de vez en cuando.-

La intensa mirada de su hermano se clavó en él, dejándole ver con mejor exactitud desde su proximidad.

La pálida piel del vikingo se veía enrojecida en sus mejillas y sus párpados. Sabía que a éstos últimos los había estado irritando al deshacerse tan bruscamente de las lágrimas que salían de sus ojos.

Mi Alfa Vikingo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora