Ragnar estaba totalmente seguro que para ese entonces todos sabían de la llegada de sus crías.
Había hecho falta dos días para que cada Rey aliado les enviara obsequios y buenos deseos, acompañados por la promesa de verles pronto.
Estaba feliz, no lo podía negar, aunque siempre era arriesgado agrandar la familia.
Eso pasaba cuando tu nombre era conocido por todo el mundo y más de varios reinos tenían cierto descontento con tu liderazgo.
Pero claro, por fortuna él era gran amante y defensor de su familia.
Inquieto miró cómo las mujeres hacían su trabajo en el aseo de la casa, asegurándose de que no toquen a sus bebés.
Se había comenzado a odiar lentamente, no podía controlar a su lobo.
Le había pasado antes, unos trece años atrás cuando su hijo Bjorn había nacido, pero para ese entonces no era más que Lagertha y él los interesados en el bienestar de su hijo.
Le fastidiaba en gran manera sentir el olor ajeno a la familia en los cachorros, no lo podía soportar.
Aquella mezcla indefinida entre el omega lactante y suya eran las que predominaban en los pequeños cuerpos y así prefería que fuera por más tiempo.
Athelstan aprovechaba las horas de sueño que tenía durante ese día porque en la noche era imposible.
Un leve lloriqueo fue necesario para que se levante de la silla donde se encontraba sentado hace más de cuarenta minutos para corroborar que sus hijos estén bien.
Los quejidos provenían de Alfred, quien seguramente ya no tenía más sueño y ahora se aburría en su cuna compartida.
Le sujetó con suavidad y lo recostó en su pecho, aquello solía funcionar siempre que el omega quería atención de su parte.
Se aseguró que Ubbe siguiera durmiendo y luego de ver que era así, caminó nuevamente a la silla.
El tono de voz de consuelo era dirigido a su bebé a medida que lograba adormecerlo nuevamente con arrullos.
¿cómo es que no había tenido más bebés antes?
Le encantaba tenerlos en brazos, sintiendo cómo conciliaban el sueño.
Las sirvientas se despidieron una vez acabado su trabajo y él devolvió al pelinegro a su cuna.
Justo cuando iba a dirigirse a su cuarto, donde descansaba Athelstan, le vio cruzar el umbral de la puerta.
-escuché a Alfred -su voz había salido apenas en un tono bajo mientras sus manos se deslizaban por su cabello para poder atarlo en una coleta.-
¿cómo reconocía el llanto de los bebés? Para él sonaban igual. Además, el pequeño omega apenas había hecho ruido, ¿había sido suficiente para despertar al ojiceleste?
Avanzó a paso lento hasta llegar a su lado y le rodeó con sus brazos, sintiendo la cálida piel del menor al estar bajo tantas frazadas.
Besó su frente para seguidamente continuar con sus labios.
-todo está en orden -tranquilizó por lo bajo, permitiéndole caminar a un lado de la cuna para verificar sus palabras.- vuelve a dormir, aquí estoy para cualquier cosa -acarició su cuerpo una vez que sus manos se encontraron con la piel de sus caderas por debajo de la tela gruesa que las cubría.-
-oh no -negó lentamente mientras ponía su palma derecha en el pecho del alfa.- necesito salir un poco.
Se iba a separar del rubio, pero, éste con el ceño fruncido intensificó su agarre.
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Mi Alfa Vikingo.
FanficPRIMER LIBRO. El segundo lo pueden encontrar como "Renacer Vikingo" en mi perfil. Si tener un alfa es difícil, imagínense uno vikingo. Les recomiendo no leer los comentarios si quieren ver la serie "Vikingos" sin spoilers importantes. ACLARO que no...