14.

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Estaba dando una dosis de maldiciones, mientras pensaba que escusa dar aun sin ser capaz de moverme, cuando sentí que algo en mis piernas.

Seguramente me había tomado de los pies para sacarme debajo de su cama.

—Maldita rata ¡Lárgate de aquí!

Al principio pensé que me estaba hablando a mí, lo cual me hizo sentir más intimidada, pero cuando la rata me paso al lado, entre los brazos y con rapidez a un lado de la cara, yo aguante un grito de terror y me tapé la boca con los ojos llorosos. Eran diferentes tipos de terror mezclados.

Odiaba tanto las ratas y pensar que me había pasado por las piernas y quizá hace rato la había tenido cerca... lloriqueo del asco, mientras trataba de calmarme.

Escuche un revuelo, como se corrían objetos y varillas de metal cayendo, otras sonaban con más fuerza e imagine que Chris estaba usando una para darle al roedor.

—¡Toma eso, rata del demonio! —gritó una vez que habría logrado golpearla.

Debajo de la cama, apenas pude divisar como la sacudía con la varilla y tras comprobar que no se movía, la recogió de la cola y la rata no hizo más que moverse como un saco de masa. Chris caminó hacia las escaleras con el animal en mano y sin el menor asco, mientras la rata se tambaleaba de una lado a otra suavemente, subió y apagó la luz a su paso.

Sollocé, incapaz de permanecer más tiempo en silencio, también suspiré, pues había estado reteniendo las lágrimas. Inmediatamente volví a pegar la cabeza en la cama, cuando una cucaracha pasó frente a mí y ahí si perdí el control. Salí de la peor manera posible, golpeándome contra todo. Rodé por el suelo y empujé las cajas, luego con un impulso de escapar por fin, avance hacia las escaleras, dando tropezones y no considere mucho si Chris podía estar afuera observando como salía de su habitación.

Grité inmediatamente cuando salí y vi a alguien pasando.

En seguida, me doble en un suspiro de alivio, al ver que había asustado a Max.

—¿Qué te pasa? —me reclamó recobrado la compostura.

—Lo siento Max, en serio.

Empecé a caminar para alejarme de la evidencia, él me siguió. Estaba yendo hacia el segundo piso.

—¿Que hacías ahí?

Respiré profundamente, considerando que nunca más debía volver a hacer eso. Y que me gustaba tentar mucho al destino. No entendí como me había salvado de esa.

—Es una larga historia.

—Y yo con todo el tiempo del mundo...

Me quedo en el marco de la puerta, sin saber cómo explicarle.

—Tu sabes... tu sabes que soy algo fastidiosamente tonta.

—Si.

—Fui al sótano y me puse a buscar cosas sospechosas que pudiera tener Chris... y luego él entró y yo tuve pánico y me escondí debajo de su cama. No le digas a nadie, por favor.

Se quiso reír de mi desdicha, pero se aguantó.

—¿Qué carajos te pasa?

—Lo sé, lo sé. Yo no estoy pensando coherentemente.

Cuando su rostro consiguió estar parcialmente serio, hice un berrinche interiormente porque sabía que venía uno de sus discursos.

—Primero Allen y ahora andas tratando de encontrarle cosas malas a Chris. Creo que no te sirve el sentido común, de Allen te debes alejar y con Chris podrías ser más amable.

Black AngelsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora