51. ¿Dormir o volverse loco? Una decisión complicada

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51. ¿Dormir o volverse loco? Una decisión complicada

Tardé alrededor de veinte minutos en llegar al instituto. Me sentía exhausta. Y no sólo porque corrí hasta aquí, sino también porque apenas he dormido. Estaba ansiosa y cubierta de sudor. Tenía miedo de haber llegado demasiado tarde y que Stiles esté metido en algún problema.

Era temprano todavía. Los demás empiezan a aparecer en el instituto a eso de las 7:45 a.m. Por lo tanto tenía casi otros veinte minutos antes de que las personas empiecen a aparecer.

Me acerqué a las puertas principales, las que se encuentran en frente al estacionamiento. Un escalofrío me recorrió el cuerpo cuando mis manos tomaron las barras de metal y empujaron para entrar. Al estar dentro, me quedé quieta un momento. Además de aquél escalofrío, experimenté una sensación de dejá vù. Como si hubiera cruzado estas puertas hace pocos minutos. Deseché el pensamiento al recordar mi sueño. Tal vez por eso percibía tal cosa.

Moví mi cabeza sacándome de mi pequeño trance y me dirigí con paso apurado al aula de Química. Stiles me pidió que fuera ahí, con suerte seguiría en la sala. Pero al pasar por la puerta, no le encontré. Revisé cada rincón. No había nadie ni nada en particular.

Eso hizo que mi corazón latiera con más rapidez. ¿Y si llegué muy tarde? ¿Y si lo que sea que descubrió le alcanzó? Incluso empecé a llorar sin darme cuenta. Salí al pasillo principal. Por alguna razón, que estuviera vacío me hacía sentir peor. Me limpié la humedad de mis mejillas, aunque era contraproducente ya que las lágrimas no parecían poder detenerse. Supongo que el cansancio hace que tenga poco control sobre mis emociones.

La angustia hizo un nudo en mi estómago. Sentía náuseas. Si estaba entrando en pánico, la vista no tardaría en nublarse. Probablemente caiga al suelo, mi inconsciente tratando de que me quede quieta y así regular el elevado pulso. Coloqué mi mano contra la pared, sintiendo el frío de los azulejos. Cerré los ojos y traté de regular mi respiración.

No sé ni para qué me gasto en tratar de controlarme cuando nunca me ha servido. Siempre estaban papá, Stiles, e incluso Allison, para ayudarme a salir del estado de pánico. Ese pensamiento, de que no puedo detenerme a menos que alguien me ayude, me hizo sentir impotente. Me hizo preocupar aún más. Porque Allison no llegaría hasta dentro de quince minutos, si es que incluso viene a clases. Papá está en el trabajo o en casa, ya ni lo recuerdo. Y Stiles... Oh, Stiles, ¿quién sabe dónde está? ¿Si está sano o...?

No, no puedo pensar en eso.

Alcé mi mirada sin un objetivo en claro. Delante de mí estaban las puertas que llevaban a los vestuarios y los casilleros de los demás deportistas del instituto. Antes de aquellas puertas enormes de color gris, había un pequeño pasillo a la derecha, un baño. Me llamó la atención aquél pasillo por una sombra que se movía.

Mi determinación para averiguar si esa sombra era Stiles u otra cosa me dio fuerzas para ponerme firme y caminar hacia ahí. La vista no se me nubló, eso era una buena señal. Caminé con lentitud para que mi pulso y respiración se mantuvieran en magnitudes normales.

Entré hasta estar enfrentada al gran espejo. Cada cubículo estaba vacío. No había nadie ahí. Antes de salir y reanudar mi búsqueda, abrí una canilla y metí mis manos abajo del agua fría.

Sentía los dedos de mis pies y manos terriblemente fríos, pero mi rostro parecía superar los treinta y siete grados normales del cuerpo humano. No me sentía enferma ni con fiebre, sino con mucho calor. Incluso había empezado a transpirar. Junté mis manos a modo de vaso, con el agua que se acumulaba entre mis dedos alcé ambas y agaché mi rostro. Cerré los ojos y sentí cómo el líquido chocaba contra mis mejillas, frente, párpados y nariz.

Paranoia [Teen Wolf]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora