63. Echo House

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63. Echo House (1ra parte)

 Echo House (1ra parte)

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Bajé del auto. Otra vez la lluvia empezó a empaparme. Me apuré a sacar los bolsos y acercarme a la reja, donde había un pequeño techito de ladrillos encima. Stiles y papá me siguieron ni bien el motor dejó de rugir.

Papá estaba a punto de tocar el timbre de la residencia cuando escuché pasos detrás y un leve: — ¿Por qué no me dijeron? —me giré hacia la voz. Scott estaba ahí parado, en frente a nosotros. Podía notar que estaba triste.

—Para evitar algo así. —confesó Stiles.

Asentí levemente sin poder ver sus ojos de cachorro. Habíamos concordado en no decirle a nadie, era lo mejor. Mientras más personas supieran, más nos convencerían de no hacerlo. Y esto es algo que Stiles y yo decidimos, algo que por el momento es necesario, para evitar que lastimemos a otros y que nos lastimemos a nosotros mismos. Eso que nos inyectó Deaton sirvió pero no es una solución a largo plazo. El nogitsune volverá. Y la enfermedad no mejorará aunque esté poseída por un demonio japonés.

—Serán solo setenta y dos horas, Scott. —dijo papá, acercándose a Scott.

Apreciaba que él tuviera que darle la información específica. Miré al suelo evitando a toda costa ver el rostro de mi amigo. Incluso estoy llorando pero mis lágrimas se camuflan con las gotas de la lluvia.

—Es el mismo lugar donde Barrow salió. El hombre con el tumor lleno de moscas —dijo con preocupación y algo de enfado. Y luego agregó: — No sabe todo todavía. —lo cual era como un golpe bajo. Porque papá no sabe mucho o los detalles de todo lo sobrenatural, sabe lo básico. Y decirle que no sabe todo es como decirle que no puede opinar al respecto. Pero sé que Scott no lo hace porque no le tenga respeto, sino porque está herido.

—Sé lo suficiente. —declaró papá un poco enfadado, afectado por el comentario—. Nogitsunes, kitsunes, oni, como diablos se llamen.

—Creo que lo dijiste bien. —se sorprendió el hombre lobo, a modo de hacer las paces por ser tan duro.

Papá ignoró lo que dijo, pero su tono de voz fue más suave. No enojado, triste — Scott, vi, no uno sino dos, IRM que lucían exactamente como la de mi esposa. Y me aterra. —confesó. Tomó aire—. Parto mañana para Los Ángeles para hablar con un especialista.

—¿Entonces por qué los quieres encerrar aquí? —preguntó otra vez firme. Scott lucharía por nosotros incluso cuando sabe que va a perder. No merece que le hayamos ocultado esto. No merece tener a dos amigos que pierden lentamente la cabeza.

—Fue nuestra decisión. —intervine alzando la mirada. Y juro que sentí mi corazón romperse. Un vacío en el medio de mi estómago. Sus ojos cafés... Parpadeé varias veces para no dejar que me vea llorar. Pero sus gestos, su rostro... Pareció como si le hubiera pegado un golpe en el estómago. O dicho que su perro falleció.

Paranoia [Teen Wolf]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora