62. Soluciones temporales

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62. Soluciones temporales.

Me fui caminando. No me importaba la lluvia. Un pie delante del otro. No sé ni a dónde estoy yendo. Lejos. Para que no pueda dañar a nadie. Miraba el suelo porque las gotas pesadas golpeaban con fuerza contra mi frente y párpados. Estaba oscuro. No sé qué hora es, si es de noche o la tormenta simplemente oculta al sol. De todas maneras, no importaba.

Temblaba. Además de la constante agua filtrándose por mi ropa, había viento. No será coincidencia si después de esto me enfermo con alguna gripe. Como si tuviera tiempo para algo tan cotidiano. Me relamí los labios, saboreando el agua de lluvia.

No había nadie en la calle, lo cual no era extraño. Nadie en su sano juicio saldría con esta tormenta a menos que sea una emergencia. Palabra clave: sano juicio. Algo que yo ya no tengo. Y no sé a quién culpar. Inconscientemente me culpo a mí misma. Todo empezó con aquél ritual que hicimos en la clínica animal para encontrar a nuestros padres. Tardamos dieciséis horas. Dieciséis horas muertos. No puedo intuir a ciencia cierta si fue mi culpa el lapso de tiempo, pero lo siento así. Y después el nogitsune, las pesadillas, los constantes ataques de pánico, la enfermedad de mi madre... Una gripe más no cambiaría en nada.

Di otro paso hacia delante. Era el único camino que podía tomar. No podía volver atrás. Metafórica y literalmente hablando. No puedo cambiar lo que no hice en el pasado. Sólo puedo seguir adelante e intentar dejar de hacer cagadas. Y no puedo volver al departamento de los Argent. Ni Allison ni Chris merecen lidiar conmigo. Menos Derek, ya le he dañado suficiente. Lo mejor es que se olvide de mí por un tiempo.

Pensar en el lobo gruñón me producía un vacío hueco en mí. Cuánto le lastimé, cómo mi alter ego le incriminó de un robo para que esté en el momento preciso en el cual la bomba explotaría. La espalda llena de vidrios, sangre escurriéndose por las heridas. No sé si estoy llorando o son simplemente las gotas que golpean mis mejillas. No me importa.

No sólo herí a Derek. Al entrenador, al señor Argent... Diablos, incluso a Scott. No sé si esa escena que vi era real, la de mi hermano clavándole una espada en el estómago. Pero se sintió real.

Quería dejar de pensar. Bueno, dejar de pensar con emociones. Quería pensar cuál era la solución lógica para todo esto. Por una vez, quería dejar de sentir tanta emoción dentro de mí. La culpa, la tristeza, la agonía, la ira... Demasiadas emociones complejas y peligrosas. Aún recuerdo mi miedo de volverme una hamingja oscura. ¿Y si eso es lo que está ocurriendo conmigo? ¿Y si no es el nogitsune ni la enfermedad de mi madre?

Entre más lo pienso, más me hace doler la cabeza. Y menos confianza tengo en mí misma. No puedo detener la naturaleza de un hecho. No puedo combatir contra algo que no sé si es propio de mí o algo exterior.

Continué caminando y mojándome. No veía por dónde iba, no sé cuánto tiempo estuve moviéndome. No sé si estoy en las afueras de Beacon Hills o en el centro. Sé que el bosque está cerca. Lo puedo oler.

—¿Sarah?

Fruncí el ceño. ¿Alguien me llamó? ¿O es mi mente engañándome una vez más? Había un tubo de luz más adelante, otorgando un poco de iluminación a la calle inundada por la tormenta. Parpadeé varias veces para reconocer dónde estaba.

Era la clínica animal. Y Scott estaba en frente de las puertas traseras, en el pequeño estacionamiento. Se estaba empapando, pero algo me decía que no era la primera vez que lo hacía en esta noche. Reconocí su moto estacionada a un costado y... El Jeep de mi hermano.

Mi corazón empezó a latir con rapidez. No podía estar aquí y ponerles en peligro, Scott no sabe sobre la bomba. No sabe que fue mi culpa, que casi mato a Derek y al señor Argent. Que maté a oficiales.

Paranoia [Teen Wolf]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora