Capítulo 7
Narra Eduardo
Cuando se me ocurrió venir a abrir la puerta, no pensé que sería Jacqueline. Ella no suele visitarme, ya que no es bien recibida por mi esposa, ésta no la quiere en su casa, siempre me dice que me encuentre con mi amiga en cualquier otra parte; y si se puede, en lugares públicos. Pero las noticias vuelan y al parecer Jacqueline vino a comprobarlas por su cuenta. Con noticias me refiero al motivo por el que estuve ausente estos ya dos días.
— ¿Quién te lo contó?
—Alicia. —explica ella
—Mi compañera. Tú amiga. Ya veo...
—Bueno pero no evites la pregunta. Me tenías muy preocupada, ni siquiera atendiste mis llamadas, empezaba hacerme escenarios.
Si supiera por qué ignoré sus llamadas... Al parecer no puedo posponerlo más, ella terminó buscándome y yo tengo que explicarle la decisión que he tomado.
—Aunque ahora que te tengo en frente... —me examina de pies a cabeza— No pareces tan enfermo.
Los rasguños. Los va a ver.
— ¿Y eso?
Mierda. Ya los vio. Dado que una larga conversación es inminente, me toca decidir si debería invitarla a pasar o quedarnos fuera. No es que quiera ocultarle a Daniela que ella está aquí, más bien no deseo que nos escuche.
Mientras, mi amiga no deja de mirar mi cuello y finalmente se acerca más y hasta quiere tocar los rasguños. Retrocedo un paso, luego la invito pasar a la sala y a tomar asiento en el sofá. Lo hace. Yo no, me quedo de pie delante de ella.
— ¿Quién te hizo eso?
—En realidad, tenemos que hablar sobre-
—Contéstame, por favor —interrumpe—. Y ni vayas a negar lo evidente. ¿Quién fue?
—Ocurrió durante una pelea, bajo el efecto de la rabia. Y es por esta razón que me tomé unos días libres. No quiero que los medios exploten, que la gente hable, que mi vida sea el centro de atención de todos.
—Es entendible pero sigues sin darme nombres.
—Será por algo ¿no crees? ¿Piensas insistir?
Mi terquedad la hace dejar el sofá y, al estar a mi altura, sus ojos revelan que ya lo está sospechando. Si Luis lo adivinó, ella también lo hará porque además sabe lo de la cachetada.
— ¿Qué clase de mujer tienes a tu lado? —inquiere disgustada
Pienso que no hay que dramatizar. Tal vez no sea el mejor periodo de mi matrimonio pero eso no convierte a Daniela en una mala persona. Además ya todo está aclarado y no quiero poner el mal por delante, no quiero ser desconfiado; ella quiere que superemos esto, está dispuesta a acostumbrarse a mis horarios caóticos y todo lo demás... va a poner de su parte y yo tengo que ser paciente, pues nada pasa de la noche a la mañana.
En cinco años, éste es el primer periodo realmente negro que atravesamos. Tarde o más temprano iba a suceder, no éramos inmunes a ello. Y si sucedió, no significa que tenemos que darnos por vencidos. En primer lugar, no la quiero perder.
—Yo no entiendo por qué te hace esto y por qué se lo permites. No podría ser como tú. Ni todo el amor del mundo me ataría a alguien que sólo me hace daño. En serio, en tu lugar la dejaría. ¿Para qué desperdiciar mi vida a lado de alguien así?
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Llámalo infierno © |COMPLETA|
Художественная прозаEn cuanto Eduardo ya no es capaz de distinguir los comportamientos normales de los dañinos, está en peligro de quedar atrapado en una relación tóxica, una relación que muy bien podría ser llamada infierno. ¿Podrán Daniela y él entender que los supue...