Capítulo 29

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El primer capítulo de hoy

Capítulo 29

Narra Eduardo

No puedo irme. No puedo dejarla en este estado. Me aparto por un momento pero sólo para poder cerrar la puerta detrás de mí. Luego regreso mi atención en ella y me topo con su rostro confundido. No le doy la oportunidad de expresar sus dudas, vuelvo a abrazarla aún más fuerte que antes. Espero que sirva. No sé de qué otra manera podría consolarla. Lo que sé es que no soporto verla así, que su dolor es mío.

—Es una persona difícil... —opina— A veces ni yo la entiendo. Más de una vez quise abandonarla y largarme pero no pude. La quiero.

— ¿Te trató mal durante estos meses?

—Tiene sus momentos, sus recaídas... Y empieza echarme la culpa por tu partida, me dice que me vaya yo también, que no necesita a nadie, que no necesita mi lástima. Me dice que no la estoy ayudando sino todo lo contrario.

—Lamento oír eso —suspiro frustrado—. Me encantaría poder decir algo más útil.

—Está mejorando pero yo... —se toma un momento para poner en orden sus ideas—no sé si quiero seguir siendo su amiga. No es porque piense que nunca sanará, sino porque... no sé, ya es mucho lo que me tocó oír y vivir. Pero al mismo tiempo la quiero mucho y además ¿cómo dejarla? No hay nadie que pueda ayudarla. Se quedaría completamente sola. Y entonces sí, no sé qué vaya a pasar con ella...

Bueno, tal vez Daniela no fue buena amiga, tal vez hizo un montón de errores. Pero igual no se merece esto que le está pasando ahora. No es justo que esa amistad acabe de esta manera... No sé si Viviana debió decirle la verdad.

Viviana... ¿Ella, enamorada de mí? ¿Desde cuándo? ¿Será que hice algo para contribuir? Espero que no. También espero que las suposiciones de mi esposa no sean ciertas; no puede ser que su amiga se haya quedado sólo para estar cerca de mí. No puede ser que detrás de toda esa ayuda hayan existido intenciones ocultas... Hasta la prueba contraria, me niego pensar lo peor. Me niego juzgarla.

—Quisiera quedarme aquí esta noche. Claro, si estás de acuerdo.

Se aparta al instante, revelándome su semblante lleno de sorpresa.

— ¿De- de verdad quieres quedarte?

—No podría dejarte sola.

Un destello de alegría ilumina sus ojos pero no le dura. Se pone seria y empieza ladear la cabeza.

—No, no es necesario que te quedes... No tienes que hacer esto por mí —se apura en borrarse las lágrimas—. Voy a estar bien, te lo prometo.

—Quiero hacerlo. —insisto

Y puedo ver que le gustaría la idea. Me extraña que tenga la fortaleza de decirme que no. Al mismo tiempo me sorprende y de una linda manera. Yo creí que al llegar me iba a armar un escándalo y me iba a acusar de haberla traicionado con su mejor amiga. En cambio, no dudó de mí. Pudo ver la realidad. Y ahora que me ofrezco a guardarle compañía, se niega aun cuando su expresión traiciona las ganas que tiene de aceptarlo.

— ¿Por qué eres así?

—Ven, mejor te acuestas y tratas de descansar. Te voy a preparar un té.

La llevo de la mano y la animo a que me siga rumbo al dormitorio. Sus dedos temblorosos tardan en reaccionar pero poco a poco va cobrando valor y termina apretándome como si no quisiera soltarme más.

Llámalo infierno © |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora