Capítulo 33

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Capítulo 33

Narra Eduardo

Cuando me casé con esta mujer, no se me cruzó por la cabeza que este día iba a llegar. Pero aquí estoy, a punto de firmar unos papeles que nos va a separar. A punto de ponerle fin a un matrimonio que en algún momento se convirtió en una pesadilla. Hasta podría llamarlo infierno. Porque ahora que miro atrás y puedo verlo todo con claridad, comprendo que fue peor de lo que pensaba cuando lo vivía.

Al mismo tiempo, me siento un fracaso. Esto no debía terminar así, en primer lugar no debía terminar. No puedo evitar reclamarme cosas. A lo mejor contribuí a este desastre. A lo mejor tuve algo que ver con su transformación en una pareja abusiva. ¿Por qué el comienzo fue tan distinto? ¿Dónde fallé?

—Eduardo... ¿Estás seguro?

Su voz hace que la culpa me carcoma. Estoy al borde de buscar justificaciones y recibirla con los brazos abiertos. Estoy tan cerca de creer que sí podemos intentarlo una vez más. Sólo una vez. No, no, no ¿qué estoy pensando? La culpa se está instalando, no puedo permitirlo, no puedo pensar estas cosas. No puedo pensar en buscarle justificaciones. No puedo caer en ese juego otra vez. Tengo que recordar todo lo que aprendí y todo lo que descubrí.

En cuanto a ella, es evidente que no quiere el divorcio. Aunque la última vez me dijo que iba a dármelo, presiento que al verse en este lugar, con los papeles en la mesa, está retrocediendo. Lo siento en su voz, en su pregunta, en su actitud. No tengo el valor de mirarla, eso sólo complicaría las cosas... Me haría débil ante su- No lo puedo permitir, tenemos que proceder cuanto antes. No quiero esperar ni un segundo más. Cada segundo puede ser peligroso.

En vez de contestarle, prefiero coger el bolígrafo y firmar de inmediato. Mostrar mi seguridad a través de mis gestos. Enseguida oigo sus sollozos y noto por el rabillo del ojo que se tapa la boca. Está tratando de contenerse, de tranquilizarse.

—Tu turno. —aviso, entregándole el objeto

—No...

Aprieto los labios. Es cierto que lo presentía debido a su actitud. Sin embargo, no me puede hacer esto, no puede echarse para atrás y menos ahora que estamos tan cerca de acabar con esta pesadilla. Si no firma, sólo consigue complicarnos la vida.

Dejo el bolígrafo en la mesa al ver que no lo toma y me quedo esperando. La situación es bastante incómoda, no sé cómo actuar.

—Por favor, dame una última oportunidad.

No puede ser... ¿Otra vez con lo mismo? Pero se supone que lo entendió todo, ella misma mencionó el divorcio la última vez que nos vimos. Me consta que sigue sin aceptar la idea de separarse pero al menos pareció entender que sería la mejor opción.

—No vuelvas a hacer esto. —pido en voz baja

—Espera, escúchame. Esta vez va a ser distinto, yo ya soy consciente de todo, yo no te culpo de nada, todo lo contrario. Y tal vez valga la pena intentarlo...

— ¿Sabes cuál es el precio?

Se queda callada, contemplando sus manos. Pero obvio que lo sabe; puede terminar de destruirme en el intento, si es que eso es posible, si es que puedo llegar a estar peor. Lo que no sabe es que ya no confío en su palabra o en sus habilidades de hacer las cosas bien. Le queda un largo camino por recorrer y me lo acaba de demostrar. También me acaba de mostrar que eso de buscarle justificaciones ya no va a funcionar...

Me voy a volver loco.

—Yo... Yo no puedo contenerme más, necesito que sepas que te necesito. ¡Necesito una oportunidad!

Llámalo infierno © |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora