Capítulo 10

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Capítulo 10

Narra Daniela

Tiene que perdonarme. Tiene que entender que la ira me estaba cegando, que no podía controlar mis propios actos y que en realidad no tenía intención de hacerle daño. Lo amo. ¿Cómo podría lastimarlo a propósito?

Tras ver que su coche está aparcado fuera, me alejo de la ventana y me tomo unos segundos para considerar la idea de ir al cuarto, a hablar con él. Dudo que quiera, además debe estar cansado y con razón. Es tarde. Si no me hubiera quedado dormida en el sofá, habríamos- No, depende, no sé a qué hora habrá llegado.

Al final no aguanto las ganas de hacer esto y me apuro a atravesar la casa hasta dar con la puerta del otro dormitorio. Aquí debe estar, éste fue su refugio la última vez que tuvimos una discusión fuerte, ya que no quiso tenerme cerca. Entro sin tocar, por si está dormido y corro el riesgo de que el ruido lo despierte.

La puerta cruje y aprieto los labios.

Pero al notar que Eduardo está en la orilla de la cama, dejo de preocuparme por el sonido y me quedo observándolo, mientras busco las palabras correctas. Él alza la vista y enseguida sé que no está bien. La luz que entra del pasillo me permite descifrar su expresión. Incluso lo atrapo echándole un vistazo a mi ropa. Ya sé que llevo su camiseta, no pude resistirlo, estaba deprimida, lo necesitaba y... en fin. Debo decir algo, este silencio es pesado.

— ¿Puedo pasar?

Asiente a través de un movimiento de cabeza y no necesito nada más. Antes que nada voy y enciendo la luz. Luego avanzo con pasos indecisos hasta estar delante de él y me dejo caer en el suelo, con las rodillas apoyadas en la superficie.

— ¿No tienes sueño? —pregunto con un hilo de voz

Suelta un largo suspiro. No sé si es por eso o por otro motivo pero me deja con la impresión de que hay cosas que lo aplastan pero que no terminan convertidas en palabras. Luce muy mal.

—Quiero saber cómo te sientes. Por favor, habla conmigo.

—Qué importa lo que siento...

—A ver, sé que estás enojado conmigo pero... necesitamos hablar y aclarar las cosas. Necesito explicarte que...

No acabo la frase. Es un hecho que esta mañana los nervios y la culpa contribuyeron bastante, sin embargo no puedo confesarle a mi esposo que otro me besó, que por eso me sentí así y que por eso exploté.

—Pues que mi problema eran los paparazzi y terminé desquitándome contigo —termino justificándome—. En realidad no fue tu culpa.

— ¿Se te olvida lo que me dijiste? Que me merecería que me engañes, que deberías-Mira, si crees que deberías buscarte a otro, que otro podría hacerte feliz, entonces —tarda en continuar— mejor aquí la dejamos.

Se me corta la respiración y casi me fallan los pies. Ladeo la cabeza una y otra vez, no sé si por querer mostrar mi desacuerdo o por convencerme de que he escuchado mal. Es que yo no puedo imaginarme sin él. Me equivoqué pero yo no quería, el enojó se apoderó de mi cuerpo, no estaba pensando con claridad. No quería golpearlo.

— ¡Pero yo quiero estar contigo! No vayamos a renunciar...

Me cuesta hablar. La idea me revuelve y no puedo funcionar bien. Tengo tanto miedo y por más que intento buscar la manera más útil de hacerlo recapacitar, mi cerebro simplemente se niega cooperar.

Empiezo llorar.

—Hemos atravesado situaciones que... No sé si son normales o no pero sé que yo no puedo vivir así. Daniela, me está doliendo.

Llámalo infierno © |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora