28. Ejecución| parte 2

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El aleteo de Conde negro, huyendo despavorido, hizo eco en el silencio de terror.

—¡Adam!

El grito desgarrador de Sara se escuchó cuando Edwin bajó su arma, y el cuerpo sangrante se desplomó.

Nadie lo esperaba. Pero, de no cicatrizar rápido, dejaría en claro la impureza de Adam, el último Belmont.

La familia Däemonblut se vio rodeada por los soldados de la hermandad apuntándolos con armas de fuego y espadas. El accionar de Edwin era injustificable.

El hombre no se perturbó, tan solo esperaba a que ese muchacho se levantara, tan solo esperaba que no hubieran osado estafarlo, porque de eso no habría vuelta atrás.

Sara, ante la conmoción de todo el mundo, logró correr por el recinto y subir las escalinatas hasta, con horror, plantarse frente al cuerpo lleno de hoyos por los cuales brotaba sangre sin control. La respiración la ahogaba, su pecho subía y bajaba desesperado.

<<Adam, amor>>, las palabras no salían.

Dos balas en el abdomen, otra en la pierna, y una más le había traspasado el hombro. Adam yacía ensangrentado, moribundo.

—¿Por qué...? —Sara estaba a punto de derrumbarse sobre el cuerpo de Adam—. ¡¿Por qué?! ¡Por qué eres así Adam!

Ella se arrodillo frente a él, y él parpadeó. Las lágrimas de ella cayeron, entonces supo que no debía perderse ahora, debía ser fuerte. Sara lo tomó, lo abrazó y lo besó desesperada.

Todo el mundo se mantuvo expectante, pero Bladis desvió su mirada quieta hacia su reloj de oro, el tiempo prudente había cesado. Adam tardaba en ponerse de pie, las heridas cerraban con una mediocre lentitud: su sangre no era pura y ya no era un secreto..

Una resonancia de voces sorprendidas copó el lugar. Un murmullo decepcionado.

—¡¿Intentaban engañarnos?! —bramó Edwin con la vista en Bladis—. ¡¿Cómo pretenden que volvamos a confiar?! Nos hicieron esperar por unos mocosos aliados de Vlad Dragen. ¡¿Qué debo pensar de lo que sucedió en el mercado de esclavos con la humana y el licántropo?! ¡Y ahora esto! Sin mencionar que mandan a exterminar a los híbridos, pero la familia Blair y Leone conservarán uno. ¡Ustedes no son confiables! Y eso lo sabrá la comunidad de todo el mundo. ¡Yo mismo me encargaré de que sus relaciones no prosperen!

—¡No sabíamos lo de Adam! —gritó Catalina, pero Bladis no gastó su voz para dar excusas, aunque sí para dar una orden.

—Ejecútenlos —decidió el milenario, refiriéndose a la familia de Edwin.

Bladis se dio la media vuelta y caminó al interior del castillo para sumergirse en una habitación, rodeado de su séquito.

El punto ciego creado por Adam, recién comenzaba.

Una horda de soldados impuros arremetió contra la familia Däemonblut, unos cuarenta, quienes armados intentaban salvarse, pero seguían siendo pocos en comparación.

Quienes quedaban en el fuego cruzado corrían en todas direcciones.

Balas, espadazos, golpes.

Una guerra bajo el techo de un castillo.

Una guerra en la que las acciones rápidas tendrían sus valiosas recompensas o pérdidas irremediables.

—¡Adam, reacciona! —Las gotas de agua de Sara caían en el rostro agónico de Adam, en medio de un intenso caos—. ¡¿Por qué eres así de imprudente?! ¡¿Por qué me causas este dolor?! Me duele que te hieran.

Ofrenda de sangre #2  ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora