33.Luna azul

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Aquellos Arsenic que pretendían emboscar al líder de su clan recorrían la casa de Bladis en busca de alguna pista. Todo parecía haber sido saqueado, todo objeto de valor había desaparecido junto a la servidumbre, exceptuando a una vieja débil que aún limpiaba la cocina.

—¿Madeline? —preguntó Nikola, al reconocer a la vampiresa más arrugada de todas.

—Milord —rumió la misma, dándose la vuelta.

—¿Qué sucedió? ¿Dónde están todos?

—Déjame pensar. —Ella rodó sus ojos, fingiendo hacer memoria—. Primero se fue Bladis, sin escoltas, sin guardias; luego se fueron los demás, llevándose algunas cosillas de aquí y allá.

—¡¿Cómo así nada más?! —Nikola estuvo a punto de zarandear a la vieja, pero se detuvo antes de hacerla polvo—. ¡Dime la verdad, vieja!

—Toda la servidumbre tenía miedo tras los últimos sucesos —explicó Madeline, arqueando una ceja—, ya no confiaban en la hermandad, temían por las represalias de los lobos. No sé el motivo por el cual Bladis se marchó, pero los demás vieron su oportunidad y se fueron.

—¡¿Acaso son idiotas?! ¡No sobrevivirán un día en la ciudad! No tienen idea del mundo moderno, ¡¿creen que podrán ir chupando sangre de dónde quieran?! —Nikola comenzó a dar vueltas a la cocina—. ¡Quedaremos en evidencia con los humanos!, complicarán nuestros negocios con las familias poderosas. ¡Mierda!

—Eso es lo que les dije, pero solo soy una vieja y nadie me hace caso —comentó Madeline, sin que se le notara el sarcasmo, bien sabía que no regresaría—. ¡Bah! Bladis se enojará conmigo cuando regrese

Nikola no respondió, por el momento no pensaría en lo que pudieran causar un montón de vampiros, ignorantes y anticuados, en la ciudad. Se llevó a Madeline consigo, la vieja lo siguió sin problemas, ocultando entre sus cosas la libreta de Joan, el verdadero motivo por el cual todos se habían resistido a permanecer allí. El mismo Bladis Arsenic se la había entregado, para que ella hiciera lo que creyera correcto. El milenario no tenía intenciones que su preciada hermandad quedara relegada a unos inoperantes, prefería que se derrumbara al fin, aunque tuviera que desmentir los mismos cuentos que él había inventado. Todavía faltaban muchos otros a quien abrirles los ojos.

La familia Arsenic regresaba, sin pena ni gloria, a casa. Lo que no esperaban ver era una familiar silueta aguardándolos en la entrada del castillo.

Nikola hizo detener el vehículo de inmediato, y bajó tan rápido como pudo. Jack lo esperaba de brazos cruzados. ¿Qué pretendía mostrándose de ese modo frente a él? Lo habría asesinado aquel día, de no ser por la irrupción de Bladis. ¿Eso buscaba? ¿Su muerte?

—¿Qué haces aquí? —preguntó Nikola, alzando su quijada—. Espero que no sea un intento de retada. Esta vez no hay nada que impida terminar mi trabajo.

—Vine a avisarte que los lobos vendrán esta noche. —Jack comenzó a ver a su familia reunida descender de los automóviles, no era algo que esperaba y lo ponía nervioso—. Atacarán el castillo Báthory y luego continuarán masacrando casa por casa. Será su último golpe.

—¿Qué pretendes avisándome esto de frente?

—Advertirte que no hay a donde huir —Jack inspiró deseando que la valentía no se le fuera—. Demian Nosferatu, Adam Belmont, incluso Azazel, Víctor y Jeff se han unido a ellos. Puedes evadir esta batalla, claro está, pero si no te enfrentas a esta guerra que has comenzado no podrás regresar a este sitio, lo demolerán. Solo tienes una opción ahora: luchar.

—Puedo luchar, puedo matarte ahora.

—Sería muy fácil, ¿o no? —dijo Jack, a punto de mojar sus pantalones—. Demuéstramelo esta noche, pretendo ir, también Jeff, podrás matarnos de una forma decente y no rodeado de sus adeptos.

Ofrenda de sangre #2  ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora