27. Ejecución| parte 1

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En un sueño confuso el calor aumentaba, el sudor recorría la piel y caían gotas al suelo. Las imágenes oníricas se evaporaban. Poco a poco, Sara despertaba abrumada por una vil mordida en su cuello, que pretendía drenarla, que la succionaba sin pudor alguno. Unas manos violentas tocaban sus pechos, su cuerpo desnudo; y el peso de un hombre pretendía irrumpir con su tranquilidad, pretendía devolverla a la cruel realidad.

—¡Aléjate de mí! —gritó antes de abrir sus ojos, dando manotazos al aire.

¿En qué momento se había quedado dormida? ¿Había sido antes del amanecer? Estaba exhausta luego de hacer el amor con Joan; y que Jack pretendiera ayudarla la había relajado demasiado, al punto de quedarse dormida en medio de la sesión de pintura.

Unas manos la tomaron de las muñecas y la inmovilizaron por completo. Ella abrió los ojos, y su susto solo tardó el segundo en darse cuenta que quien estaba encima de ella era Jeff.

—Lo siento —jadeó él, sus pupilas se mostraban dilatadas; su rostro estaba empapado de sangre y su aliento chocaba errático contra la piel erizada—. Jack me dejó entrar, no pude contenerme. Hace días no me alimento.

—Jeff —murmuró aliviada, atrapándolo entre sus tibios brazos—, puedes beber de mí, hazlo hacerlo hasta satisfacerte por completo.

Tras lanzar un suave gruñido, Jeff abrió su boca, tomó el cuerpo de Sara succionando otra vez. Ella se adormecía en paz, abrazándolo, volviendo al sueño. Lo último que hubiese soportado era que Jack abusara de ella, pero a pesar de que la noche anterior se había desnudado con un fin artístico, él no la había tocado ni con un dedo. Era un milagro.

Una vez saciada su sed, aún quedaba su lujuria. Sin preguntar, Jeff entró en ella, haciendo movimientos desesperados y espasmódicos, en un interior húmedo que se contraía suplicante por su hombría. Tras las feroces mordidas, la lujuria de Sara iba en aumento, lo deseaba tanto como él a ella.

Jeff daba descargas frenéticas. Obligaba a Sara a lanzar suspiros agarrotados, gemidos agudos y arrebatados. Él sacudió el cuerpo femenino sin dejar de lamer las gotas carmesí que aún resbalaban por la piel transpirada. Él se detuvo al ver los ojos de su amada perdidos en la sala, la boca semiabierta recuperando el aliento, con su piel ardiendo y el pulso acelerado.

Había sido un hermoso modo de despertar.

Jeff se recostó sobre el pecho de ella, frotando sus mejillas en la suavidad de su cuerpo curvilíneo.

—Al menos sabes que no estuve con otra mujeres —ronroneó besándola en donde pudiera.

—Jamás pensaría eso de ti —respondió enredando sus dedos entre sus cabellos negros—, me algra verte en libertad, pero hay algo que me preocupa.

Sara buscó a Jack, no estaba en la sala.

—¿Ámbar, Leif? —preguntó Jeff, buscando su mirada—. Jack habló con Ámbar esta mañana, pero no creo que pueda hacer mucho. En esto le doy la razón a Jack.

Sara trató de sentarse, Jeff la ayudó a cubrirse con las pieles que decoraban el sofá, envolviéndose junto a ella.

—No voy a soportarlo —masculló ella con un ligero temblor en su mentón—, si alguno muere no podré...

—Está bien. —Jeff la apretó con fuerza—. Nadie está preparado para esto, pero, pase lo que pase me mantendré a tu lado. Saldremos de esta situación.

Esas eran las palabras que necesitaba, ciertas o no. Agradecía al cielo tenerlo de vuelta, tener a uno de sus amores a su lado, tener una mano que la sostuviera. A Jeff, su esperanza.

Ofrenda de sangre #2  ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora