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     –¿A qué se debe esa sonrisa? –preguntó Taehyung cuando Jimin fue a verle trabajar mientras su padre estaba fuera en busca de metal. El aprendiz de herrero llevaba frotando el suelo tres horas, con la cara imposiblemente sucia a causa del de hollín y un borrón de gris en los dientes.

          Jimin solo se encogió de hombros, ayudando a Taehyung a ordenar la pila de leña y soplar el fuego para que no se apagara. La fogata era lo suficnetmente potente como para que tal cosa resultara innecesaria, pero esta tarde estaba marchitándose. Taehyung le miró con los ojos entrecerrados antes de empezar a clavarle los dedos en el lateral del cuerpo para hacerle hablar. Jimin rio, dándole una bofetada en la mano para alejarla de él.

     –¡Para ya!

     –Vale. Pero entonces habla, fanfarrón.

          Se detuvo un momento, preguntándose si sería inapropiado soltárselo con entusiasmo e ilusión; pero todo en lo que podía pensar eran las sábanas y edredones prometidos. Apenas había sido capaz de ocupar su mente con otra cosa. Eso y la amabilidad del príncipe.

     –El príncipe ha venido a verme antes –murmuró Jimin, sonriendo a Taehyung desde la posición de éste como limpiador de polvo del horno. No pudo evitar ruborizarse, y Taehyung alzó las cejas. –Me preguntó sobre ti. ¡Y después me dijo que proporcionaría esterillas y colchas a nuestros cuartos!

          Taehyung se mostró escéptico, poniéndole fin a su incesante frotamiento del suelo. Se limpió la frente cansadamente, suspirando. –¿Sin ataduras? –Jimin asintió enérgicamente, esperando a que Taehyung compartiera su felicidad. Su amigo le respondió con una opinión totalmente diferente. –Venga ya, Jimin. Tan solo te esta visitando porque está considerando venderte a la casa de placer –dijo en su lugar, lanzando su cepillo al mugriento cubo de agua. Jimin lo observó hundirse con los ojos muy abiertos, sin poder dar crédito a sus oídos. –Eso es lo que le pasa a la gente con una cara y un cuerpo como los tuyos.

          Entonces fue su turno de quedarse inmóvil, sentándose apropiadamente y frunciendo el ceño. –¿Por qué tienes que decir eso? ¿No puedes, simplemente, alegrarte por mí?

     –Y así hago. Pero estoy preocupado.

     –Él te salvó la vida, Taehyung. Y ahora está salvando la mía.

     –¿Eso hace? –preguntó retóricamente Taehyung, y Jimin creyó haber escuchado un silencioso pensamiento de "¿no fui yo quien te auxilió?". –Cuéntame eso otra vez cuando te arrastren a la calle en mitad de la noche y hombres lascivos te obliguen a ponerte vestiduras de encaje.

          Jimin, descorazonado y atrapado entre enfadarse con Taehyung y creer sus palabras, hundió la cabeza al sumirse en una profunda decepción. Taehyung parecía demasiado absorto en limpiar el suelo como para darse cuenta de esto, y Jimin decidió no volver a abrir la boca hasta terminar la tarea que tenía entre manos.

          Más tarde, esa misma noche, cuando todas las charlas y chismorreos comenzaron a rebosar entre las paredes de los cuartos y el profesionalismo quedó renegado hasta el día siguiente, una criada llamada Tiffany escuchó sus preocupaciones a medianoche y le contó como, hace casi diez años, la madre de Taehyung había conocido ese exacto destino que había descrito para Jimin. Que sin aviso o compensación alguna fue arrastrada por la noche para trabajar como puta en la ciudad, después de ser considerada inútil en el establecimiento del castillo por el rey y, por ende, prescindible. Esta revelación le hizo daño, pero al menos explicaba el comportamiento de Taehyung levemente, así que Jimin se durmió con un reposo nauseabundo tramándose en su estómago, batallando sueños sobre hombres pervertidos, secuestros y los gritos de una mujer moribunda.

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dentro de poco vendrán
caps más largos!!

ALL THE KING'S MENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora