36

874 141 79
                                    

La benevolencia estuvo lejos de lo que recibió cuando fue despertado por un par de guardias sacándolo fuera de su choza y arrastrándole por los brazos hacia el patio. Los pedruscos del suelo le arañaron las rodillas y apenas tuvo tiempo de parpadear un par de veces antes de sentir uno de sus hombros dislocándose. Gritó y forcejeó fútilmente hasta resignarse a permitir que lo llevaran a su destino.

Se encontró a sí mismo siendo tirado sobre el suelo de mármol de la sala del trono, alzando la mirada para encontrar a la familia real al completo posando sobre sus respectivos asientos. Captó la mirada de Jeongguk, y la encontró fría y distante. Su estómago rugió de malestar. Nada respecto a esta situación le daba buena espina.

–Taehyung, hijo de nuestro último herrero, el tercero de la corte –resonaron las palabras del príncipe, quien tenía las manos apretadas sobre los reposabrazos de su trono con una fuerza más bien excesiva. Taehyung intentó acostumbrarse a volver a oír su voz de nuevo, pero sonaba muy diferente. Resultaba insoportable y era molesta a sus oídos. No calmó la tormenta que se había desatado en sus tripas. –Compareceis hoy ante nosotros acusado de robar las joyas familiares de mi madre. Como única persona con acceso a las cerraduras del castillo, eres el principal sospechoso de este crimen. Si devuelves el colgante ahora, no sufrirás daño alguno.

Taehyung intentó comprender lo que estaba diciendo, pero nada tenía sentido. ¿Por qué le robaría él las joyas? Ni siquiera sabía que tenía, porque la reina había estado demasiado ocupada intentando asaltarlo con sus avances sexuales.

–Tiene que ser él –escupió la susodicha, observándole con gran aversión. –¡Ha estado intentando seducirme durante todo su periodo de trabajo en el castillo!

–¿Admites tus crímenes? –preguntó Jeongguk, sin parecer particularmente interesado en escuchar lo que él quisiera responder.

–No –dijo Taehyung con confianza, estableciendo contacto visual con cada una de las personas que ante él se encontraban. El Rey. El consejero real. La criada de Jeongguk. La reina.

Jeongguk.

–Príncipe –dijo, chirriando los dientes mientras intentaba ignorar el dolor de su hombro. –Sabéis que yo nunca os traicionaría a vos o vuestra familia. Soy inocente. Liberadme, y nos consideraré en paz.

La corte comenzó a murmurar y se pudieron escuchar susurros sorprendidos mientras todos discutían las últimas palabras del herrero. Jeongguk ahora parecía furioso; las venas de la frente le palpitaban como muestra del esfuerzo que estaba haciendo intentando mantenerse en calma.

–No conozco esa deuda de la que habláis –afirmó Jeongguk, acercándose a Taehyung para poder sisearle en la cara. –Todo lo que sé es que el colgante de mi madre ha desaparecido esta mañana y tú eres el que ha estado cambiando todos los cerrojos. ¡Y no solo eso, asimismo tienes la osadía de mentir frente a todos tras intentar forzar a mi madre!

Taehyung frunció el ceño y sus ojos se volvieron oscuros. Mirar a Jeongguk le hacia sentir iracundo. Veía el rostro del príncipe desfigurado por sus mentiras, y ahora mismo le tocaba estar de rodillas frente a él porque Jeongguk había tenido la suficiente suerte como para nacer de un coño de la realeza. La justicia no era una palabra conocida por la monarquía. La piedad, tampoco.

–Por favor –intentó Taehyung, recordando que Jimin se hallaba aun en las cocinas, probablemente llorando y sintiéndose traicionado y miserable. No podía permitir que pasara nada hasta lograr explicarse frente a él. No podía dejar que Jeongguk cambiara todo su mundo solo porque le había dado un rabieta de niño pequeño, solo por celos infantiles. –Si esto es sobre Jimin...

Jeongguk le cogió del pelo y pegó la boca a la oreja de Taehyung. Le siseó en ella, vertiendo saliva sobre la piel de Taehyung. –Deberías sentirte privilegiado. Puedo tener a quien quiera en mi cama, cualquiera al que honrar con mi presencia, y a pesar de ello escogí metérsela a tu sucio niñito de las cocinas.

Taehyung se congeló. Sabia que tenia menos movilidad por su hombro dislocado y sabía que los guardias podían machacarle con un simple golpe de sus garrotes. Inhaló profundamente, intentando tranquilizarse. Pensó en la sonrisa de Jimin. En su rostro con forma de corazón.

–No te atrevas a hablar de él de esa forma –murmuró Taehyung, intentando mantener un volumen bajo para que nadie más pudiera escucharlo. Su voz estaba entrelazada con tristeza y traición, no era capaz de enmascararlo. No después de todo lo que había pasado. –¿Qué te ha poseído?

–Hablaré de él como desee –negó Jeongguk, levantándole la cabeza hasta que sus caras quedaron a solo un suspiro de distancia. Su saliva volvió a aterrizar sobre él. –Está a un escalafón de dormir con los cerdos; así de bajo es su estatus. Un simple plebeyo que lamería la suela de mis zapatos si se lo pidiera. Probablemente no sabe ni como lavarse la mierda de su propio culo como una persona civilizada...

Taehyung estuvo sobre Jeongguk en cuestión de segundos, gritando y extendiendo los brazos para constreñirlos alrededor de su garganta. Ya había tenido bastante de su suciedad, de sus mentiras y su falsa amistad. La mera imagen del príncipe le hacia querer derramar sangre; mucha de ella. Jeongguk tosió, con el rostro rápidamente sonrosándose por el esfuerzo mientras Taehyung dejaba que sus uñas entraran en acción, clavándose en el cuello del otro como unos colmillos furiosos.

Antes de lograr romperle el cuello a Jeongguk, sin embargo, varios guardias acudieron a por él, despegándolo de él y lanzándolo al suelo de cabeza. Pudo sentir cobre en su boca antes de percatarse de que se había mordido la lengua en su caída, tiñendo de rojo el suelo de piedra. Botas pesadas le aplastaron la espalda, dejándolo sin respiración.

–¡Tú, estúpido loco! –rió Jeongguk, carcajeándose con la boca abierta y sangre resbalando por su rostro, haciéndole parecer de todo menos sano mentalmente. Estaba agarrándose donde podía para lograr ponerse en pie de nuevo, con la corona torcida sobre su cabeza en su intento por volver a colocársela. –¡Solo tú atacarías al futuro Rey frente a su corte!¡Solo tú!

Taehyung no trataría de rebatir la verdad en sus palabras, pero lo haría de nuevo. Siempre. Por Jimin, siempre.

ALL THE KING'S MENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora