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          El príncipe continuó sorprendiéndole. Unos cuantos días después de la ofertada comodidad para sus cuartos dormitorio, el príncipe apareció en la cabaña de la herrería con ropas casi corrientes, pidiendo que se le fabricara una pequeña espada para su nuevo interés en el pasatiempo de los duelos.

           Taehyung le saludó con una expresión contrariada, tan solo para que su padre acabara invitando al heredero dentro con voz temblorosa y una promesa de forjarle la mejor espada jamás vista en el reino. Taehyung acababa de contarle esto a Jimin, después de gritar su nombre para atraer su atención, mientras observaba a su padre nivelar una ardiente porción de metal sobre el yunque. La cabaña estaba especialmente caliente ese día, y Jimin y Taehyung se sentaron juntos mientras el príncipe examinaba cuidadosamente el trabajo del padre de Taehyung, como si estuviera listo para intervenir si llegara a cometer error alguno. Jimin y Taehyung intercambiaron miradas frecuentemente, pero Jimin, más que nada, estaba feliz porque nadie le hubiera ordenado a volver a las cocinas todavía.

          El príncipe lanzó una moneda de plata junto al padre de Taehyung, haciéndoles dar un involuntario respingo a los tres. Jimin nunca había visto una moneda, pero era brillante y tenía un grabado en la superficie, justo como Taehyung le había contado una vez.

     –Haz una segunda, también, por favor. Necesitaré un compañero con quien practicar. Usaré a uno de tus chicos, si no te importa.

          Las mandíbulas de Taehyung y Jimin cayeron en picado, y ambos se miraron entre sí al oír las noticias, preguntándose a cual de los dos eligiría el príncipe. Ahora resultaba más atractivo eso de observar la forja del metal. De repente había dos cuchillas extendidas en el fuego en lugar de una, y el padre de Taehyung se hallaba usando su mejor plancha. Pensar que uno de ellos estaría sujetando algo tan costoso en meros minutos resultaba imposible de creer. Jimin se preguntó lo mucho que Taehyung deseaba ser él el elegido. Sabía que Taehyung amaba las espadas y hablaba de ejércitos y soldados y luchas todo el rato, pero, siguiendo esa misma corriente de pensamiento, él mismo se preguntó que se sentiría al sujetar una espada de ese modo; algo tan magnífico. Definitivamente sería muy diferente a sujetar sus espátulas y escobas. Diferente a la cubertería de plata.

          Las espadas no fueron terminadas hasta mucho más entrada la noche, pero el príncipe permaneció allí de todos modos, comiendo la bebida y cena ofrecidas por las manos de Taehyung. No parecía haberse cansado ni tan siquiera mínimamente de observar trabajar al viejo, y lo único que hizo fue sonreír de una forma incluso más amplia cuando hubo finalizado y pudo sujetar la espada por primera vez.  La luz del fuego brilló a lo largo de su longitud, haciéndola destellar en toda su gloria, pareciendo encajar perfectamente en la mano del príncipe.

     –Me gusta –dijo el heredero con una sonrisa, ondeándola una vez para probarla. Se detuvo a un centímetro de cortar los cordones de las botas de Taehyung, y esto solo consiguió agrandar al sonrisa en la cara del príncipe. –Taehyung, ¿cierto? –preguntó, apuntándole directamente con la espada.

     –Sí, su Alteza –dijo Taehyung, tragando saliva con efecto retardado, haciéndole una reverencia desde su posición sedente en el alféizar de piedra.

          El príncipe sonrió, pasándole la espada, y los ojos de Taehyung casi se le salieron de las órbitas ante la novedad originada por un gesto como ese. Empuñó el objeto firmemente; sus fuertes brazos entraron en juego al no mostrar problema alguno blandiéndola y moviéndola a su alrededor. El príncipe parecía complacido consigo mismo, observando el parpadeante objeto de metal que Taehyung había comenzado a oscilar alegremente.

     –Necesitaré que practiques para que puedas enfrentarte a mí en duelos. ¿Te consideras capaz de ello?

          Taehyung asintió asidua y ansiosamente, reverenciándose y bajando la cabeza aun más que antes. Jimin observó a ambos, fijando los ojos en un punto aleatorio de las botas de cuero de Taehyung. El principe extendió su mano frente a él y Taehyung la observó sumido en una profunda perplejidad antes de tener la astucia de tomarla, y sacudirla de arriba a abajo firmemente. Entonces el príncipe se movió hasta Jimin y le ofreció la mano a él también, quien la agarró rápidamente para no parecer maleducado; aunque el heredero no agitó la suya, sino que más bien se inclinó para presionar un breve beso sobre ella.

     –Me encantaría que tú fueras el anotador.

     –P-por supuesto, su Alteza –Jimin tan solo fue capaz de apenas susurrar tales palabras.

     –Bien. De modo que, entonces, está decidido –rió el príncipe para sí mismo, tomando su propia espalda en mano, recorriendo la hoja con la mirada. –Esto debería ser divertido.

          Jimin y Taehyung ni siquiera tuvieron que mirarse entre sí para confirmar que sí, esto sería divertido.

ALL THE KING'S MENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora