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–¿Cuántos soles faltan para que los pájaros canten de nuevo? –preguntó Jimin, sonriendo distraídamente mientras caminaban por las calles de la ciudad en busca de suministros de hierro y moldes de piedra para Taehyung. Había mucha gente fuera por las tardes y generalmente odiaba ir, pero no podía soportar permanecer en terrenos del castillo más tiempo del absolutamente necesario. No podía soportar esos insolentes cuervos graznando y montando alboroto alrededor de su cabaña. No podía soportar la imagen de los cerdos y las cabras muertas. Además, había pasado mucho tiempo desde la última vez que tomó la brisa de la gran ciudad, carne podrida tocándole la nariz a cualquier lado que girara. –¿Taehyung?

–No lo sé. –Estaba demasiado concentrado analizando el área. Últimamente había estado soñando. No sueños salvajes, sino escenas realistas en las que él y Jimin escapaban del castillo para construir una vida mejor para ellos. Eran alimentados y tenían lo básico para sobrevivir, pero no podía evitar fruncir el ceño cuando veía a la gente vagando por cualquier parte a su gusto, sin tener que pedir permiso para ir a cagar o siendo perseguidos por el terror de ser abordados por guardias reales. A veces fantaseaba con vender a Jimin a un mercader, porque esa era la única forma por la que tomaban a alguien bajo su ala, y que él le observaría desde lejos mientas vivía su vida en la ciudad, lejos de las claustrofóbicas paredes del castillo donde los sirvientes se pudrían en sus propias haces dentro de sus cuartos. Podría visitarle cada noche, asegurarse de que estaba a salvo y, lo mejor de todo, que ya no estaba en un lugar en el que Taheyung se sentía inquieto.

–¿En qué estás pensando? –preguntó Jimin, alzando la voz con un aspecto mosqueado; como si su mejor amigo estuviera caminando  junto a él por la ciudad pero no mirara ninguna comida ni respondiera a su conversación.

–Nada –le aseguró Taehyung, desgarrando su mente de una vez de esos extraviados pensamientos. –Solo me preguntaba si tu padre me habrá visto alguna vez mancillándote en las cocinas. ¿No está siempre merodeando por allí? ¿Y si vio lo que hizo mi lengua a tu precioso agujero la noche del festín de otoño?

Tae –siseó Jimin, con un furioso sonrojo atravesando todas sus facciones. –¿Qué te pasa últimamente?

–He empezado a aburrirme de forjar perillas de puerta –explicó Taehyung, encogiéndose de hombros evasivamente y tomando una pera fresca del puestos e un mercader. Hundió los dientes en ella en cuanto tuvo oportunidad, intentando bloquear el olor a heces que emanaba de los alcantarillados situados en mitad de la calle. –Y cuando me aburro busco formas de molestarte, porque eres adorable cuando te pones tímido.

–Pues para –murmuró Jimin, salvando la pera de las garras de Taehyung y volviendo a colocarla en el puesto.

–¡Eh! ¡Me estaba comiendo eso!

–¿Herrero y ladrón? Será mejor que tengas cuidado o vas a acabar con demasiadas profesiones con las que hacer malabares.

Taehyung puso los ojos en blanco, pero envolvió el brazo izquierdo alrededor de los hombros de Jimin de todos modos y se inclinó para besarle la sien. Jimin gimió, agachando la cabeza para evitar que los transeúntes se quedaran mirando.

–Te crees que siendo dulce consigues todo lo que quieres...

–Así es, cuando estás preocupado. Nunca te has podido resistir a los caballeros de brillante armadura.

–Tú eres el único al que no me puedo resistir –le corrigió Jimin, con palabras tan sinceras que hicieron que el pecho de Taehyung se hinchara con una familiar calidez. La calidez que sentía cada vez que Jimin estaba a su alrededor, y que siempre le volvía loco.

–Que siga siendo así.

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siento subir solo un cap tan corto y no haber contestado comentarios; hoy he tenido un día muy largo y, sinceramente, una mierda. intentaré recompensarlo más adelante, gracias por leer! <3

ALL THE KING'S MENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora